Es importante que las mujeres conozcan dos afecciones en las que el recto y el intestino suelen alterar las paredes vaginales: el rectocele y el enterocele.

De acuerdo con Michigan Medicine, en Estados Unidos, un rectocele ocurre cuando el extremo del intestino grueso (recto) empuja y mueve la pared posterior de la vagina. Por su parte, un enterocele (prolapso o caída del intestino delgado) ocurre cuando dicho intestino presiona y mueve la pared superior de la vagina. Los rectoceles y enteroceles se desarrollan si los músculos pélvicos inferiores resultan dañados por el trabajo de parto, el parto o una cirugía pélvica previa, o cuando los músculos se debilitan debido al envejecimiento. Asimismo, un rectocele o un enterocele pueden estar presentes al nacer (congénitos), aunque esto es poco común.

Conoce más: Infección pélvica en mujeres, lo que debes saber

Los rectoceles o enteroceles pueden volverse más grandes o más obvios cuando una mujer se esfuerza o empuja hacia abajo (por ejemplo, durante una evacuación intestinal). Un rectocele y un enterocele pueden presentarse al mismo tiempo.

Debido a que el rectocele y el enterocele son defectos del tejido de soporte pélvico y no de la pared intestinal, suelen tratarse con mayor éxito mediante una cirugía que repara la pared vaginal. Esta cirugía junta el tejido estirado o desgarrado en el área del prolapso. La cirugía también fortalecerá la pared de la vagina para evitar que el prolapso vuelva a ocurrir.

Cabe destacar que, a menos que exista otro problema de salud que requiera una incisión abdominal, los rectoceles y enteroceles generalmente se reparan a través de la vagina.

Si tienes más dudas sobre los rectoceles y enteroceles y cómo tratarlos, consulta a tu médico.

 

Fuente: Michigan Medicine – University of Michigan