Cuando te despiertas y estás tratando de resolver un problema complicado que te aqueja, el método de referencia suele ser tomar un papel y enumerar los pros y los contras. Pero, por lo general, hay demasiados elementos y es difícil calificar a profundidad la importancia de cada uno, por lo que simplemente y al final, no te ayudará, así lo indica el doctor Robert Stickgold, profesor de psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard.

Pero cuando te metes en la cama, el cerebro hace un filtrado mediante el cual «revisa los eventos del día y ve lo que queda sin terminar», señala el experto. Se trata de seleccionar lo que tiene algo de «zumbido afectivo», es decir, las emociones que se manifestaron durante o poco después de que sucediera algo. El cerebro usa estas «etiquetas» de memoria como indicadores de que el evento fue importante y que hay más por descubrir. Esencialmente, el cerebro está diciendo: «Creo que puedo ayudarte».

Dos elementos hacen que esto suceda. El primero es que la corteza prefrontal se apaga. Esta parte del cerebro se encarga de la toma de decisiones ejecutivas (que incluyen el pensamiento racional y el control de los impulsos), pero ahora no hay bordes críticos ni categorías en las cuales se puedan poner ideas. De esta forma, el cerebro puede asociarse libremente y, según Stickgold, «procesar en segundo plano».

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Y el segundo es que, cuando entras en la etapa REM (movimiento ocular rápido) del sueño, los neuromoduladores norepinefrina y serotonina se desactivan. La norepinefrina mejora el enfoque en problemas concretos inmediatos. «Esta es la razón por la que no quieres oír hablar de la ‘idea brillante’ de alguien cuando se acerca una fecha límite», comenta el experto.

Se sabe poco sobre lo que sucede cuando se corta la serotonina, pero Stickgold sugiere que predispone al cerebro para que pueda identificar las conexiones más flexibles como valiosas. Con ambos neuroquímicos a raya, los fragmentos de ideas pueden unirse.

El resultado es que te despiertas al día siguiente pensando repentinamente: «No quiero aceptar un trabajo lejos de donde crecí» o «sí, vámonos ya». Puede parecer una decisión instintiva, una que no necesariamente puedes explicar. Puede que tampoco sea esto último, pero es un hecho que algo ha cambiado. «No estás en el mismo lugar que cuando te fuiste a dormir», apunta Stickgold, y agrega que no todo se puede explicar y que la ciencia no puede calcular si lo que decides es correcto. «Es un proceso no racional».

 

Fuente: Harvard Medical School