La mayoría de las personas asocian el asma con ataques repentinos de tos y sibilancias, pero en realidad, la enfermedad está presente las 24 horas del día. Si tu hijo(a) adolescente padece asma, los conductos que llevan el aire hacia sus pulmones se encuentran inflamados y pueden estar hinchados y obstruidos con mucosidad. Es posible que este estado no perjudique su respiración, pero prepara el escenario para los llamados ataques de asma. Las vías respiratorias inflamadas son muy sensibles, y algo tan aparentemente inofensivo como el polvo, el aire frío o el ejercicio pueden hacer que los músculos que recubren tales vías se aprieten repentinamente, dejando poco espacio para que pase el aire.

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Los síntomas del asma pueden parecerse a los de la neumonía, la bronquitis, las alergias o incluso los de un resfriado, por lo que no siempre es posible detectarla. Las sibilancias y la tos (particularmente por la noche) son los síntomas más comunes de un ataque de asma, pero otros signos (como opresión en el pecho o dificultad para respirar) también son indicios de la condición.

Si los síntomas de tu hijo(a) adolescente le impiden dormir toda la noche o si interfieren con sus actividades normales, es posible que tenga asma. Debes hacer que un médico examine a tu niño(a) para que determine si la tiene o no, y si la tiene, les diga qué tan grave es la enfermedad. Ten en cuenta que muchos adolescentes con asma también padecen alergias. Si tu hijo(a) sufre de fiebre del heno u otras reacciones alérgicas, pon mucha atención a cualquier signo que indique asma. Además, debido a que los resfriados y otras infecciones respiratorias suelen provocar ataques, debes considerar la posibilidad de asma si tu adolescente continúa tosiendo mucho después de que la enfermedad haya desaparecido.

 

Fuente: Health Day