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El impacto del estrés en el tracto gastrointestinal va mucho más allá de la indigestión. En los últimos años, los médicos han descubierto una conexión compleja entre el cerebro y el sistema digestivo. Todo el sistema es extremadamente sensible a nuestros estados de ánimo. De hecho, los expertos ahora ven al estrés como un factor importante para desarrollar una amplia gama de problemas digestivos,  como por ejemplo el síndrome de intestino irritable, la indigestión y la acidez estomacal.

En tiempos de estrés, nuestros cuerpos están diseñados para concentrarse en las cosas que pueden ayudarnos a mantenernos con vida. Cuando el cerebro se siente muy estresado, libera una cascada de hormonas que pueden alborotar a todo el sistema digestivo. Las hormonas tienen funciones distintas y a veces contradictorias. Por ejemplo, la hormona CRH (hormona liberadora de corticotropina) es una de las principales señales de alarma de nuestro cuerpo. En situaciones estresantes, el cerebro bombea CRH para decirle a la glándula suprarrenal que comience a producir esteroides y adrenalina, sustancias químicas que pueden brindarte fuerza y energía para correr o luchar para salir de un problema.

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La CRH también apaga el apetito, lo que explica por qué algunas personas no pueden comer nada cuando están estresadas. Al mismo tiempo, los esteroides provocados por la CRH pueden provocar hambre, razón por la cual algunas personas combaten el estrés con helado, chocolate o papas fritas.

Claramente, la gente posee diferentes respuestas al estrés, y no hay forma de decir con seguridad cómo ciertas situaciones afectarán a la digestión. Sin embargo, hay algunas reglas generales. A corto plazo, el estrés puede causar dolores de estómago, náuseas y diarrea. A largo plazo, el estrés prolongado puede agravar enfermedades crónicas como el síndrome del intestino irritable y la acidez estomacal.

Fuente: Health Day