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La dificultad para tragar, también conocida como disfagia, suele ser un signo de un problema de garganta o esófago.

De acuerdo con Michigan Medicine, los desencadenantes comunes de la disfagia son el mal funcionamiento de los músculos o un bloqueo en la garganta o el esófago.

Cabe señalar que la dificultad para tragar con regularidad puede ser un signo de un problema médico grave, que por lo general requiere tratamiento inmediato.

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El tratamiento dependerá de la causa de la disfagia. Por ello, si tú o algún ser querido padecen dificultad para tragar, aquí te mencionamos algunas opciones para tratarla durante la pandemia de COVID-19:

  1. Ejercicios para los músculos que permiten tragar. Si tienes un problema con el cerebro, los nervios o los músculos, es posible que debas hacer ejercicios para entrenar tus músculos del esófago y permitir que trabajen juntos, para así ayudarte a tragar. También es posible que debas aprender a colocar el cuerpo en cierta posición o a llevarte la comida a la boca para poder tragar mejor.
  2. Cambiar los alimentos que consumes. Es posible que tu médico te indique que comas ciertos alimentos y líquidos para facilitar la deglución.
  3. Dilatación. En este tratamiento, se coloca un dispositivo por el esófago para expandir con cuidado cualquier área estrecha del mismo. Es posible que debas someterte al tratamiento más de una vez.
  4. Endoscopia. En algunos casos, se puede usar un endoscopio (un tubo largo y delgado) para quitar un objeto que está atascado en tu esófago.
  5. Cirugía. Si tienes algo que bloquea el esófago (como un tumor o divertículos), es posible que necesites cirugía para extirparlo. La cirugía también se usa a veces en personas que tienen un problema que afecta el músculo esofágico inferior (acalasia).
  6. Medicamentos. Si tienes disfagia relacionada con reflujo gastroesofágico, acidez de estómago o esofagitis, los medicamentos recetados pueden ayudar a evitar que el ácido del estómago ingrese al esófago. Las infecciones en tu esófago a menudo se tratan con antibióticos.

 

 

Vía: Michigan Medicine