Si creías que contraer varicela ya era suficiente castigo, es hora de que conozcas a la culebrilla (también conocida médicamente como herpes zóster), que es una especie de hermana menor de la varicela. Sin embargo, no debes subestimarla, pues puede llegar a ser peligrosa.

La culebrilla es una enfermedad causada por el mismo virus que ocasiona la varicela, según explican los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.

Cuando nos enfermamos de varicela, en especial si tenemos un sistema inmunológico débil, este virus permanece en el cuerpo aún después de haberse curado. Aunque no llegue a causar problemas durante muchos años, a medida que envejecemos, el virus puede reaparecer como culebrilla.

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La mayoría de las personas que llegan a presentar esta enfermedad son los mayores de 50 años o aquellos que tienen un sistema inmunitario débil. Y aunque existe una vacuna contra ella, esta solo se recomienda para los adultos de 60 años o más. La vacuna puede prevenir la enfermedad, pero no puede tratarla cuando está activa.

Sus síntomas generalmente comienzan con la aparición de protuberancias rojizas en la piel, seguidas de un sarpullido. En pocos días, las protuberancias se convierten en ampollas llenas de líquido y es posible llegar a sentir un dolor o ardor en el tronco del cuerpo, alrededor de la espalda y del pecho.

Algunas veces incluso, el dolor aparece algunos días antes de que aparezca el sarpullido. También es posible presentar fiebre, escalofríos, náuseas, diarrea y dificultad para orinar.

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Aunque la culebrilla no se puede contagiar, un paciente con ella sí puede contagiar de varicela a quienes no la han tenido o si no se han aplicado la vacuna contra esta enfermedad. Esto se debe a que el virus de la varicela vive en las ampollas de la culebrilla.

Los pacientes que presenten ampollas que aún no tienen costras, deben mantenerse alejados de cualquier persona que nunca haya tenido varicela, de los bebés menores de 12 meses, de las mujeres embarazadas y de los pacientes que padezcan cáncer o VIH/SIDA.

Este virus debe ser tratado con un medicamento antiviral para reducir la gravedad y la duración de los síntomas. Por lo general, el médico recomienda tomar los medicamentos en los primeros 3 días después del sarpullido, para así obtener una mayor efectividad.

 

Vía: Hola Doctor