Uno de los dolores más fuertes por los que debe de pasar un ser humano es la muerte de un ser querido, ese último e inevitable paso que debemos dar los seres humanos provoca en las personas que convivieron o amaron al difunto un sentimiento de vacío muy grande, este sentimiento es el duelo.
La terapeuta Maricela Sánchez Eguiarte mencionó que en la sociedad en la que vivimos es muy común evitar el tema debido a que se ha desvalorizado el sufrimiento y el propio doliente tiene temor a que él mismo morirá algún día.
Sánchez explicó que el término proviene de la palabra dolor y es un proceso que sigue a una pérdida y que cada individuo la vive de forma distinta y podría durar hasta un par de años.
La terapeuta resaltó que el duelo no es una enfermedad sino “un proceso natural e individual al dolor y la angustia de la pérdida, que permite que la separación se convierta lentamente en una realidad para reconstruir la vida«.
La experta también apuntó que el duelo no se trata de resignación o remplazar a la persona fallecida, de lo que se trata es que el doliente encuentre nuevos objetivos, metas y proyectos en su vida.
Sánchez explicó que el duelo varía dependiendo de la personalidad y condiciones de la relación que se tenía con el fallecido y las circunstancias de la muerte. De acuerdo con la experta en caso de que se haya tenido una relación conflictiva con el difunto generalmente quedan asuntos sin concluir, lo que provoca que el duelo se viva de forma más intensa debido a los sentimientos de culpa del doliente.
Elizabeth Kübler-Ross fue la pionera en la investigación de las fases del duelo, cuyo modelo se sigue utilizando hoy en día. Kübler-Ross clasificó así las etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Sánchez explicó que estas etapas se pueden vivir en cualquier orden y que incluso se pueden repetir.
La negación es generalmente la primera reacción del doliente, especialmente si se trata de una muerte inesperada, frases como “no es cierto”, “es un sueño” y “no está sucediendo” son comunes en esta etapa. Esta fase se supera cuando se reconoce la muerte del ser querido.
En la ira se manifiesta un gran coraje con la vida, muy especialmente con Dios en caso de que el doliente tenga una visión religiosa de la vida, debido a que al parecer del doliente el ser divino no cuidó la enfermedad de la persona que falleció. La negociación es un pacto que trata de hacer el doliente con Dios o con la vida para salir avante de su situación, pero esto no termina de cerrar el proceso. En el caso de la depresión es un proceso que puede estar desde el principio y hasta el final del duelo y se refiere a una sensación de vacío que tiene el doliente.
La aceptación se refiere a reconocer la muerte del ser querido y establecerse nuevos objetivos que servirán para reconstruir la vida.
Sánchez apuntó que no se debe presionar al doliente para que supere el duelo, la terapeuta mencionó que “cada cual tiene sus tiempos”, y que el primer año es particularmente difícil debido a los aniversarios y fechas especiales.
La experta concluyó que una persona debe permitirse la oportunidad de llorar y hablar de sus emociones.
En caso de pasar por un duelo se debe recurrir a otros seres queridos, además de acudir con un experto para recibir ayuda y orientación para superar el duelo.
Vía: Milenio