De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, una radiografía ósea es un examen imagenológico que ayuda a examinar los huesos. Este examen es realizado por un técnico en rayos X, en el departamento de radiología de un hospital o en el consultorio médico. 

Durante el examen, el paciente debe ubicar el hueso al que se le va a tomar la radiografía sobre una mesa. Luego, el especialista tomará imágenes y el hueso se reubicará para obtener diferentes planos. Esta técnica puede variar en cada hospital.

Los rayos X son indoloros. Sin embargo, cambiar de posición para lograr diferentes planos puede ser incómodo.

¿Qué tipo de resultados anormales se pueden encontrar?

  • Fracturas o huesos rotos.
  • Tumores óseos.
  • Afecciones óseas degenerativas.
  • Osteomielitis —inflamación del hueso causada por una infección—.

Otras afecciones por las cuales se puede realizar el examen son:

  • Fibrosis quística.
  • Neoplasia endocrina múltiple (NEM) II.
  • Mieloma múltiple.
  • Enfermedad de Osgood-Schlatter.
  • Osteogénesis imperfecta.
  • Osteomalacia.
  • Enfermedad de Paget.
  • Hiperparatiroidismo primario.
  • Raquitismo, entre otros.

¿Existen riesgos al realizarse una radiografía?

Si bien existe una exposición baja de radiación, los equipos de rayos X se configuran para generar la mínima cantidad de exposición para producir la imagen. La mayoría de los expertos consideran que el riesgo es bajo, en comparación con los beneficios.

Es importante que hables con tu médico antes de someterte a esta prueba. Coméntale al profesional de la salud si estás embarazada. Recuerda quitarte todo tipo de joyas antes del examen.

 

Fuente: Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos