Los días soleados de verano están relacionados con tasas más altas de COVID-19, probablemente porque tientan a más personas a salir al aire libre, lo que las pone en mayor riesgo de infección, así lo reveló un estudio publicado en la revista Geographical Analysis y liderado por investigadores de la Facultad de Geografía y Ciencias de la Tierra de la Universidad McMaster, en Ontario, Canadá.

Los autores también descubrieron que un mayor calor y humedad pueden retrasar la propagación de COVID-19, y destacaron que su estudio arrojaría luz sobre cómo las diferentes estaciones pueden influir en la propagación de la enfermedad.

«Hay demasiada presión para reabrir la economía, y muchas personas quieren saber si será más seguro hacerlo en los meses de verano», señaló Antonio Páez, autor principal del estudio y profesor investigador en la citada facultad.

«Las restricciones en torno al desplazamiento humano, que han comenzado a disminuir en todo el mundo, dependen en parte de cómo el SARS-CoV2 se verá afectado por un cambio de temporada», indicó Páez.

Investigaciones previas han demostrado que virus como el SARS o el de la gripe prosperan en temperaturas y humedad más bajas, pero se sabe poco sobre cómo el clima afecta al virus SARS-CoV2, causante de COVID-19.

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Para obtener más información, Páez y su equipo internacional de colegas evaluaron el vínculo entre el clima y la propagación de COVID-19 en varias provincias de España, país que se encuentra entre los más afectados por la COVID-19, con más de 270,000 casos.

A niveles más altos de calor y humedad, cada aumento porcentual se asoció con una disminución del 3% en la incidencia de COVID-19, posiblemente porque el coronavirus tiene menos probabilidades de sobrevivir en temperaturas más cálidas.

Sin embargo, los días más soleados se asociaron con tasas más altas de la enfermedad, quizás porque muchas personas ignoraron las medidas de confinamiento y cierre durante esos días, mencionaron los autores.

También descubrieron que las tasas de transmisión disminuyeron en lugares con mayor densidad de población y en aquellos con más adultos mayores, lo que sugiere que las personas en estas áreas creen que tienen un mayor riesgo y, por lo tanto, es más probable que se adhieran a las reglas de confinamiento.

«Probablemente veremos una disminución en la incidencia de COVID-19 a medida que el clima se caliente, lo cual es un argumento para relajar el distanciamiento social y así aprovechar la menor incidencia asociada con temperaturas más altas», apuntó Páez.

«Pero un enfoque más conservador sería utilizar los meses de verano para continuar siguiendo las órdenes estrictas de permanecer en casa y aplastar esta pandemia», agregó.

 

Vía: Health Day News