Cuando la sangre viaja por la arteria pulmonar hasta los pulmones, pasa a través de pequeños capilares que se conectan en la superficie de los sacos de aire pulmonares, llamados alvéolos.

Las células del cuerpo necesitan oxígeno para funcionar y producen dióxido de carbono como producto de desecho. El corazón permite al cuerpo eliminar el dióxido de carbono no deseado.

El oxígeno ingresa a la sangre y el dióxido de carbono sale de ella a través de los capilares de los alvéolos.

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Las arterias coronarias en la superficie del corazón suministran sangre oxigenada al músculo cardíaco.

Por otra parte, una persona puede sentir su pulso en puntos donde las arterias pasan cerca de la superficie de la piel, como en la muñeca o el cuello. El pulso es el mismo que el ritmo cardíaco. Cuando sientes tu pulso estás sintiendo el torrente de sangre cuando el corazón la bombea por todo el cuerpo.

Un pulso saludable suele ser de 60 a 100 latidos por minuto (lpm) y lo que es normal puede variar de persona a persona.

Alguien que es muy activo puede tener un pulso de tan solo 40 lpm. Las personas con un tamaño corporal mayor tienden a tener un pulso más rápido, pero no suele superar los 100 lpm.

 

Fuente: Medical News Today