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A pesar de que la Organización Mundial de la Salud recomienda a las madres que den como mínimo a sus bebés seis meses de lactancia materna, según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 en México solamente el 14.4% de las madres amamantan a sus bebé, principalmente por causas laborales.

Después de este periodo de seis meses inicia la ablactación, es decir, cuando se comienza a dar otro tipo alimento al bebé y se puede prolongar, en caso que lo requieran el bebé o la madre, hasta los cinco años. Normalmente, en nuestro país el proceso se suspende entre los dos y los tres años de edad.

Sin embargo, actualmente se ha observado que muchas madres “ni siquiera alimentan 45 días a sus hijos. Suspenden 20 días antes de regresar a sus ocupaciones, pues les preocupa lo difícil que es desapegar al bebé del seno”, señala Maritza Guerra Hernández, egresada de la carrera de Enfermería de la FES Iztacala de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en Enfermería Perinatal por la ENEO. La especialista, realizó en coautoría con Xóchitl Hernández Morales un informe académico sobre el tema, que fue expuesto en el Tercer Congreso de Estudios de Posgrado 2013 en la UNAM.

Entre los factores que influyen en el corto periodo de lactancia materna está el que generalmente, tanto iniciativa privada como gobierno, solamente otorgan a las madres 45 días de permiso después del parto. Asimismo, no existen en lo general espacios higiénicos y adecuados para que las madres que trabajan puedan realizar la extracción de leche como lo marca la ley.

El número creciente de cesáreas también han limitado la lactancia materna, explica Guerra Hernández, pues al utilizarse anestesia se pone trabas al apego inmediato, pues es preciso amamantar en los primeros 30 minutos para fomentar el vínculo”.

Factores adicionales en este tema son la desnutrición en las madres, características fisiológicas como pezón invertido o plano, además de cuestiones sociales y de “estética”.

Maritza Guerra destacó que la lactancia materna brinda importantes beneficios para la madre y su bebé, “el apego madre-hijo es el principal aspecto positivo, pues reduce las hemorragias —primera causa de mortalidad materna— y en los 30 primeros minutos después del parto ayuda a que el útero involucione más rápido al reducir el sangrado”.

Esta práctica ha mostrado ser útil en la madre para disminuir el riesgo de cáncer cérvico-uterino y el de mama, además de ayudar a disminuir el peso que se ganó durante el embarazo. Se ha observado también una menor prevalencia en las madres que amamantaron a sus hijos de enfermedades crónico degenerativas como la hipertensión y la diabetes. En los bebés el proceso de lactancia materna les permite establecer un patrón de “succión-deglución-respiración”, y ayuda a prevenir la obesidad, la diabetes tipo 2, enfermedades respiratorias y gastrointestinales, y sirve para fortalecer el sistema inmunológico.

Algunos estudios también apuntan a que los niños que fueron alimentados con el seno materno tienen un nivel mental mejor y poseen mayor seguridad.

La enfermera obstetra advirtió que durante el primer medio año de vida la lactancia debe ser exclusiva, sin mezclar fórmulas, tés u otros comestibles. Lo anterior debido a que durante ese periodo el organismo del bebé no está adaptado para digerir o degradar estos otros elementos. Además, agregó, esta práctica puede incrementar el riesgo de infecciones gastrointestinales, especialmente en zonas donde por falta de recursos o información no se hiere el agua o no existen las condiciones de higiene necesarias.

“Independientemente de sus beneficios psicológicos y físicos, se hace hincapié en los costos. Una lata de fórmula dura una semana, según las onzas y no son baratas. ¿Y cuál es mejor? La materna contiene más agua, vitaminas, minerales e inmunoglobulinas que ayudan al sistema inmunológico, por lo que es más fácil de absorber, sin causar alteración en el bebé. En cambio, la otra es rica en ácidos grasos y caseína, difícil de digerir y provoca cólicos y estreñimiento”, explicó Guerra Hernández.

Entre las recomendaciones están que un bebé no debe pasar más de tres horas sin recibir alimento, pues lapsos mayores provocan hipoglucemia y la disminución de glucosa en la sangre desencadena otro tipo de complicaciones. El recién nacido, explicó, para tener una lactancia efectiva ésta debe ser de 30 a 45 minutos por seno. Respecto a la cantidad de leche que produce una mujer y cuánta consume su hijo, la especialista destacó que “depende del individuo, edad de gestación y día de lactancia. No hay parámetros establecidos”.

Vía: Dirección General de Comunicación Social de la UNAM