Los radicales libres son moléculas altamente reactivas e inestables que el cuerpo produce de forma natural como subproducto del metabolismo normal. El cuerpo también puede producir radicales libres después de la exposición a toxinas del medio ambiente, como el humo del tabaco y la luz ultravioleta (UV).

Los radicales libres poseen una vida útil de sólo una fracción de segundo, pero durante ese tiempo pueden dañar el ADN, provocando a veces mutaciones que pueden incrementar el riesgo de padecer enfermedades como problemas cardíacos y cáncer.

Los radicales libres son átomos que poseen un electrón que no está apareado. En ocasiones, tienen más de un electrón desapareado.

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Los electrones necesitan estar emparejados para ser estables. Los radicales libres buscan constantemente unirse con otro átomo o molécula para estabilizarse.

Mientras miran a su alrededor, los radicales libres pueden dañar las células humanas. Las consecuencias de dicho daño incluyen efectos como acelerar el proceso de envejecimiento e incluso desempeñar un papel en el desarrollo del cáncer y otras enfermedades.

Existen muchos tipos de radicales libres. Por ejemplo, los de oxígeno (especies reactivas de oxígeno) son los más importantes en el ser humano.

Ejemplos de radicales libres de oxígeno incluyen:

  • Oxígeno singlete (cuando el oxígeno se «divide» en átomos individuales con electrones desapareados)
  • Peróxido de hidrógeno
  • Superóxidos
  • Aniones hidroxilo

 

Fuente: Very Well Health