Las heridas menores en la cabeza suelen sangrar mucho porque la cara y el cuero cabelludo tienen muchos vasos sanguíneos cerca de la superficie de la piel. Aunque esta cantidad de sangre puede ser alarmante, muchas veces la lesión no es grave y el sangrado se detendrá con tratamiento que puedes realizar en casa.

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Por ello, aquí te mencionamos algunos pasos para detener el sangrado de una herida menor en la cabeza:

  1. Antes de intentar detener el sangrado:
    • Lávate bien las manos con agua y con jabón (si está disponible).
    • Si tratas la herida de otra persona, ponte guantes desechables (si los tienes) antes de aplicar presión sobre la herida. Si no dispones de guantes, utiliza varias capas de tela o bolsas de plástico entre la mano y la herida. Usa tus manos desnudas para aplicar presión solo como último recurso.
  2. Haz que la persona se acueste.
  3. Retira cualquier objeto visible de la herida y NO intentes limpiarla.
  4. Presiona firmemente sobre la herida con una gasa, un paño limpio o el material más limpio disponible. Si hay un objeto en la herida que no puedes quitar, aplica presión alrededor del objeto, no directamente sobre él.
  5. Aplica presión constante durante 15 minutos completos. Usa un reloj para cronometrar dicho tiempo. Resiste la tentación de mirar después de unos minutos para ver si el sangrado se ha detenido. Si la sangre empapa el paño, aplique otro sin levantar el primero.
  6. Si el sangrado de moderado a severo no ha disminuido o se ha detenido, continúa con la presión directa mientras pides ayuda a tu servicio de emergencias local. Haz todo lo que puedas para mantener la herida limpia y evitar más lesiones en el área.
  7. El sangrado leve por lo general se detiene por sí solo o se vuelve lento después de 15 minutos de presión. Puede supurar o gotear hasta por 45 minutos.
  8. Mantente atento(a) a los signos de shock, que es una situación potencialmente mortal que requiere atención de emergencia. Los signos de shock (la mayoría de los cuales estarán presentes) incluyen:
    • Desmayo (perder el conocimiento).
    • Sentirse muy mareado(a) o aturdido(a), como si fueras a desmayarte.
    • Sentirse muy débil o tener problemas para ponerse de pie.
    • Estar menos alerta. Es posible que de repente no puedas responder a las preguntas o que te sientas confundido(a), inquieto(a) o temeroso(a).

 

Fuente: Michigan Medicine – University of Michigan Health