La preocupación crónica puede ser perjudicial para tu cerebro. Un estudio publicado en la revista Alzheimer’s & Dementia relacionó estos patrones de pensamiento negativos con cambios cerebrales que podrían estar asociados con la enfermedad de Alzheimer.

Los autores del estudio descubrieron que los adultos mayores que participaron regularmente en lo que los expertos en salud mental denominan «pensamiento negativo repetitivo» (o rumiación) tuvieron más probabilidades de experimentar deterioro cognitivo, incluyendo problemas de memoria, que aquellos que no lo hicieron. También mostraron niveles más altos de las proteínas beta-amiloide y tau en sus cerebros. La acumulación de estas proteínas, que crean grumos dañinos conocidos como placas y ovillos en el cerebro, es un sello distintivo de las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer, los cuales surgen incluso antes de que una persona experimente síntomas visibles de demencia.

Investigaciones previas han sugerido un vínculo entre la ansiedad y la depresión y una mayor incidencia de Alzheimer y otros tipos de demencia, señaló la doctora Jennifer R. Gatchel, profesora asistente de psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard (Estados Unidos). Las personas con ansiedad y depresión suelen experimentar pensamientos negativos repetitivos, por lo que, en este sentido, los resultados no son tan sorprendentes.

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«Sin embargo, me sorprendió un poco la sólida relación que encontraron los autores entre el pensamiento negativo repetitivo y el deterioro cognitivo, incluso después de ajustar los factores de riesgo de Alzheimer. Eso fue algo que no me esperaba», agregó Gatchel, quien también es psiquiatra en el Hospital General de Massachusetts y el Hospital McLean.

Sin embargo, es demasiado pronto para decir si estos patrones de pensamiento negativos realmente causaron los problemas cerebrales que observaron los investigadores.

«Este es un estudio bien hecho, pero posee limitaciones», subrayó.

Primero, es un estudio observacional, lo que significa que si bien los investigadores encontraron asociaciones entre el deterioro cognitivo, los niveles de proteínas cerebrales y los patrones de pensamiento negativo, no prueba que el pensamiento negativo haya causado los cambios en el cerebro y las habilidades cognitivas. Por ejemplo, es muy posible que la conexión vaya en una dirección distinta; por ejemplo, que la acumulación de proteínas cerebrales ocurrió primero y causó tanto el deterioro cognitivo como los patrones de pensamiento negativos.

De todas formas, los hallazgos definitivamente justifican un seguimiento, enfatizó Gatchel. Si el pensamiento negativo repetitivo afecta el cerebro, es posible que deba intervenirse para prevenir la demencia.

«Esta será un área importante de estudio futuro», finalizó la especialista.

 

Vía: Harvard Medical School