Una nueva investigación realizada en la Universidad de Vanderbilt y publicada en la revista The Journal of Clinical Investigation revela que la sal, además de estar fuertemente relacionada con el desarrollo de presión arterial alta, también podría promover el aumento de peso.

Desde hace años se creía que los alimentos salados hacían que las personas bebieran más agua, pero estos científicos descubrieron que, en realidad, reducen la sed y aumentan la propensión a comer en exceso, lo que se traduce en aumento de peso e incluso en síndrome metabólico, que a su vez puede provocar diabetes y otras enfermedades graves.

Como la mayoría de las personas ingieren 50% más sal de lo recomendado diariamente, es fundamental hallar formas para reducir su consumo. La Fundación Nacional del Riñón sugiere limitar los alimentos preparados con un alto contenido de sal, que incluyen los siguientes:

  • Alimentos envasados ​​altos en sal
  • Carnes ahumadas y curadas, como salchichas
  • Comida congelada
  • Comidas enlatadas
  • Nueces y semillas saladas
  • Quesos procesados
  • Galletas y crotones

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Además de las carnes procesadas en empaques y delicatessen, algunos alimentos enlatados y congelados, desde frijoles hasta vegetales, también pueden tener niveles muy altos de sal, así que nunca olvides leer las etiquetas. Aquellos alimentos que no asocias con un sabor salado todavía podrían contener sodio en sus ingredientes. Por ello, lo mejor es buscar marcas sin sal añadida, y cuando eso no sea posible, enjuaga los alimentos con agua fría para eliminar la mayor cantidad de sal posible.

Recomendaciones adicionales

Al cocinar y sazonar alimentos, reemplaza la sal, incluyendo la sal de ajo y la sal de cebolla, con hierbas finas y especias. El ajo puro granulado y las cebollas liofilizadas funcionan como buenas alternativas.

Cuando vayas a un restaurante, pídele al chef o mesero que limite la sal en tu comida y mejor coloque un pimentero, y no un salero, si un plato necesita más condimento.

Finalmente, ten en cuenta que puedes tardar hasta ocho semanas para dejar el hábito de la sal. Cuando por fin deje de gustarte, también te resultará mucho más fácil detectar cuando los alimentos contengan demasiada sal.

 

Vía: Health Day News