La salud de la piel se ve afectada por varios factores, como las alteraciones hormonales, el estrés y la mala alimentación. Si bien es importante prestarle atención a todas esas variables, en ocasiones solemos olvidar una muy importante: los cambios de estación.

Cada estación tiene su influencia en la piel. El verano, por la exposición al sol y al aire libre, la primavera por la reactividad y las alergias; el otoño, por el declive y el enlentecimiento de la renovación de las células. Pero el invierno es siempre una época especialmente dura.

Por un lado, el frío nos afecta porque durante estos meses la piel fabrica menos grasa y está, por tanto, más desprotegida. Las calefacciones secan el ambiente y reducen la humedad relativa, situación que afecta la piel, los ojos y la garganta.

Por otro lado, el invierno produce, con su carga de óxidos y radicales libres, una reacción de hiperoxidación que inflama la piel y la seca aún más, agrietándola en forma de pequeñas microfisuras que permiten que los agentes externos, los contaminantes, el polvo y las bacterias, hongos y virus que nos rodean, se introduzcan en la epidermis castigándola.

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Recomendaciones

Para evitar problemas cutáneos, especialistas recomiendan que la hidratación sea lo más completa y cuidadosa posible. También:

  1. Limpiar la piel con más cuidado, utilizando productos muy suaves.
  2. Evitar productos abrasivos, aunque sean catalogados como cosméticos.
  3. Beber mucha agua.

Si tienes dudas respecto a la salud de tu piel, acércate a un experto.

 

Vía: 20 minutos.es