Diversos estudios muestran que las mujeres con altos niveles de estrés crónico tienden a comer emocionalmente. Además de las respuestas psicológicas al estrés, también puede haber respuestas fisiológicas. Durante un evento estresante, el cuerpo libera cortisol, una hormona que ayuda al cuerpo a protegerse. Sin embargo, si los niveles de cortisol se elevan durante un período prolongado de tiempo, como por ejemplo durante factores estresantes repetidos y constantes, pueden conducir a un mayor consumo de alimentos, de almacenamiento de grasa y a un aumento de peso.

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De acuerdo con un estudio del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, el tiempo puede desempeñar un papel en el apetito y las respuestas de las hormonas intestinales a los desafíos de la comida y el estrés. (En los estudios de investigación se utiliza un desafío para ver cómo reaccionan las personas a diferentes alimentos o factores causantes de estrés). Este trabajo encontró que “la tarde/noche puede ser un período de alto riesgo para comer en exceso, particularmente cuando se combina con la exposición al estrés, y para aquellas personas que tienen atracones”. Esto significa que tu viaje a casa o la cena pueden ser un período de tiempo en el que es más probable que comas más de lo que deberías.

Para ayudar a frenar esta mayor probabilidad, presta atención a tus hábitos de comer refrigerios después de un largo día de trabajo, para que puedas prevenir el aumento de peso. Intenta preparar refrigerios con anticipación para controlar el tamaño de las porciones o incluso utiliza un diario de alimentos para realizar un seguimiento de lo que comes, cuánto comes y cuándo lo haces.

 

Fuente: Johns Hopkins Medicine