Al igual que muchas otras personas que son diagnosticadas con una enfermedad crónica, es posible que sientas una o más de las siguientes emociones después de recibir tu diagnóstico:

  • Temor.
  • Soledad.
  • Enojo.
  • Ansiedad.
  • Vergüenza.
  • Confusión.
  • Depresión.
  • Sensación de estar indefenso.
  • Negación.
  • Adormecimiento.
  • Sentirte abrumado.
  • Mucho pánico.
  • Impotencia.
  • Alivio (pues finalmente sabes lo que está mal).
  • Tristeza.
  • Conmoción.
  • Estrés.

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Es perfectamente normal tener estos sentimientos y emociones. También es normal, y muy común, tener problemas para asimilar y comprender la información después de recibir la noticia, especialmente si el diagnóstico fue una sorpresa. Y puede ser incluso más difícil tomar decisiones sobre el tratamiento o control de tu enfermedad o afección.

No importa cómo te haya afectado la noticia de tu diagnóstico, no te apresures a tomar una decisión. En la mayoría de los casos, no será necesario que tomes medidas de inmediato. Pregúntale a tu médico cuánto tiempo puedes tomarte de manera segura.

Darte el tiempo necesario para tomar decisiones puede ayudar a:

  • Sentirte menos ansioso(a) y estresado(a).
  • Evitar la depresión.
  • Hacer frente a tu condición.
  • Estar más en control de tu situación.
  • Desempeñar un papel clave en las decisiones sobre tu tratamiento.

 

Fuente: Agency for Healthcare Research and Quality<