Aunque la pérdida de audición puede presentarse a cualquier edad, los problemas auditivos durante la infancia y la primera infancia pueden tener consecuencias graves. Esto se debe a que la audición normal es esencial para el desarrollo del lenguaje tanto en los bebés como en los niños pequeños. Incluso una pérdida auditiva temporal puede llevar a que el niño le cueste más trabajo comprender el lenguaje hablado y, en consecuencia, no aprenda a hablar.

De ahí la importancia de las pruebas de audición, las cuales miden qué tan bien puede oír tu hijo(a). En concreto, dichas pruebas se utilizan para averiguar si un niño tiene pérdida auditiva y, de ser así, qué tan grave es.

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Cabe destacar que las pruebas de audición de rutina se recomiendan para la mayoría de los bebés y niños. Por lo general, a los recién nacidos se les realizan pruebas auditivas antes de salir del hospital. Si tu bebé no pasa esta prueba de audición, no siempre significa una pérdida auditiva grave. Sin embargo, debes llevar a tu bebé a realizarse la prueba de nuevo después de que haya cumplido tres meses.

La mayoría de los niños deben revisarse la audición en sus chequeos médicos regulares. Estos pueden incluir un examen físico del oído que busca exceso de cera, líquido o signos de infección. La Academia Estadounidense de Pediatría recomienda pruebas de audición más exhaustivas a los 4, 5, 6, 8 y 10 años, las cuales deben realizarse con más frecuencia si tu hijo(a) muestra síntomas de pérdida auditiva.

 

Fuente: U.S. National Library of Medicine