Aunque la fiebre no suele ser algo por lo que debas preocuparte demasiado, algunos casos requieren la intervención de un médico, así lo señala la Fundación Nemours.

Los desencadenantes de la fiebre pueden incluir una infección, poner demasiada ropa (especialmente en los recién nacidos) y la aplicación de vacunas.

Una fiebre alta debe tratarse sin demora para evitar molestias y una posible deshidratación.

Si, a pesar de la fiebre, tu hijo(a) sigue jugando, comiendo y bebiendo, está alerta, sonríe, tiene un color de piel normal y se ve bien cuando la temperatura corporal vuelve a ser normal, probablemente no sea necesario llamar al médico, afirma la fundación.

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No obstante, debes buscar atención médica inmediata para tu niño(a) si se presenta cualquiera de estos signos:

  1. Llanto que no para.
  2. Susceptibilidad o irritabilidad extrema.
  3. Problemas para despertarse.
  4. Una erupción o manchas púrpuras que parecen moretones (que no estaban ahí antes de que tu hijo se enfermara).
  5. Labios azules, lengua o uñas.
  6. El punto blando en la cabeza del niño parece estar abultado o hundido.
  7. Rigidez en el cuello.
  8. Un fuerte dolor de cabeza.
  9. Debilidad o negativa a moverse.
  10. Problemas para respirar que no mejoran cuando te suenas la nariz.
  11. Te inclinas hacia adelante y babeas.
  12. Convulsiones.
  13. Dolor de vientre de moderado a severo.

 

Fuente: Nemours Foundation