Cada movimiento del cuerpo, desde levantar la mano hasta sonreír, involucra una interacción compleja entre el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal), los nervios y los músculos. El daño o el mal funcionamiento de cualquiera de estos componentes puede ocasionar un trastorno del movimiento.
Se pueden desarrollar diferentes tipos de trastornos motores según la naturaleza y la ubicación del daño o mal funcionamiento, como por ejemplo:
- Daño a las partes del cerebro que controlan el movimiento voluntario (intencionado) o las conexiones entre el cerebro y la médula espinal: Debilidad o parálisis de los músculos involucrados en los movimientos voluntarios y reflejos exagerados.
- Daño a los ganglios basales (agrupaciones de células nerviosas ubicadas en la base del cerebro, en lo profundo de este órgano): movimientos involuntarios o disminuidos, pero no debilidad o cambios en los reflejos.
- Daño al cerebelo: pérdida de la coordinación.
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Cabe mencionar que los ganglios basales ayudan a iniciar y suavizar los movimientos musculares voluntarios, así como a suprimir los movimientos involuntarios y coordinar los cambios de postura.
El cerebelo coordina los movimientos del cuerpo, permitiendo que las extremidades se muevan con suavidad y precisión, ayudando además a mantener el equilibrio.
Fuente: Merck Manual