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Programa de Nutición en Nueva York. Foto: Seth Wenig-Associated Press /New York Times

Programa de Nutición en Nueva York. Foto: Seth Wenig-Associated Press /New York Times

Autoridades federales de los Estados Unidos reportaron el martes pasado una disminución del 43% en el índice de obesidad infantil entre los niños de 2 a 5 años de edad en la última década, se trata del primer retroceso claro de esta epidemia que frecuentemente lleva a una lucha de por vida en contra del peso y a mayores riesgos de desarrollar cáncer, enfermedades cardiacas e infartos.

Esta disminución se detectó a través de una encuesta federal de salud a gran escala, que según los expertos es un estándar muy valioso para conocer el peso de los estadounidenses. Esta tendencias es una grata sorpresa para los investigadores, ya que la evidencia señala que la obesidad se afianza desde la juventud: los niños que presentan sobrepeso u obesidad entre los 3 y los 5 años de edad, son cinco veces más propensos a presentar sobrepeso u obesidad durante la vida adulta.

Un grupo de estados de nuestro vecino del norte han reportado un modesto progreso en el combate a la obesidad infantil durante los últimos años, y el año pasado las autoridades federales notaron un leve descenso en el índice de obesidad entre los niños de familias de bajo ingreso. Pero las cifras dadas a conocer esta semana muestran una marcado decremento en el índice de obesidad entre los niños de 2 a 5 años de edad, ofreciendo por primera vez una evidencia clara de que los estadounidenses más jóvenes le están dando la vuelta a la epidemia de obesidad. Aproximadamente un 8 por ciento de los niños de este sector de edad presentaban obesidad en 2012, frente a un 14 por ciento en el año 2004.

“Esta esa la primera vez que vemos cualquier señal de un decremento significativo en cualquier grupo”, señaló Cynthia L. Ogden, investigadora de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, y autora principal del reporte publicado el en la revista de la Asociación Médica Americana (JAMA, por sus siglas en inglés). “Es emocionante”, agregó la investigadora.

Ogden advierte que estos niños muy pequeños son apenas una pequeña fracción de la población estadounidense y que las cifras del grueso de la sociedad se mantienen estables, e incluso han aumentado en sectores como las mujeres mayores de 60 años. Una tercera parte de los adultos y el 17 por ciento de los jóvenes en los Estados Unidos padecen obesidad, apunta la encuesta federal. Sin embargo, los índices de obesidad menores entre estos niños presagian cosas buenas para el futuro, afirmó la investigadora.

Existe poco consenso en las razones de esta disminución del índice de obesidad, pero existen varias teorías. Entre ellas que los niños ahora consumen menos calorías provenientes de bebidas azucaradas de las que consumían en 1999. También podría influir el hecho de que más mujeres están amamantando a sus hijos, lo cual puede conducir a un rango más sano de peso entre los niños pequeños. Los investigadores también han detectado una disminución en el consumo general de calorías de los niños en la década pasada, de aproximadamente el 7 por ciento en los niños y el 4 por ciento en las niñas, pero los expertos señalan que estos porcentajes son muy pequeños para hacer una gran diferencia.

Barry M. Popkin, un investigador de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, que ha dado seguimiento a la adquisición de alimentos en los Estados Unidos en un proyecto de larga duración, señala que las familias con niños han estado comprando comida con un menor contenido calórico en los últimos diez años, un patrón que no está relacionado con la recesión económica.

Popkin atribuye estos hábitos y cambios al Programa Especial de Nutrición Suplementaria para Mujeres, Bebés y Niños, financiado con dinero federal y que busca disminuir la obesidad entre los niños pequeños. Este programa otorga subsidios a mujeres de bajo ingreso para la adquisición de alimentos; otorgando menos dinero para la compara de jugos de fruta, queso y huevos, y más dinero para frutas y vegetales.

Otra posible explicación es que cierta combinación de políticas estatales, locales y federales dirigidas a reducir la obesidad están comenzando a hacer la diferencia. Michelle Obama, la primera dama de los Estados Unidos, ha impulsado el cambio de hábitos alimenticios y la actividad física entre los niños y 10 mil centros de cuidado infantil en aquel país han respaldado este esfuerzo. El anuncio hecho por los Centros de Control de Enfermedades incluye un comentario de Michelle Obama, quien señala, “estoy muy emocionada por el progreso que hemos logrado en los años recientes respecto a los índices de obesidad entre los estadounidenses más jóvenes”.

La ciudad de Nueva York, bajo el mandato del alcalde Michael R. Bloomberg, también dio un gran impulso al combate de la obesidad. La ciudad dijo a los restaurantes que dejaran de utilizar grasas trans artificiales al cocinar e hizo obligatorio que las cadenas de restaurantes presentaran la información nutricional en sus menús.

Muchos científicos dudan que los programas en contra de la obesidad funcionen realmente, pero quienes proponen estos programas señalan que un amplio conjunto de políticas aplicadas sistemáticamente a lo largo de un período de tiempo puede afectar el comportamiento.

Los rangos de obesidad entre los preescolares (2 a 5 años de edad) han fluctuado con el paso de los años, pero la doctora Ogden señala que el patrón se ha vuelto evidente con valiosa información de una década. Aproximadamente uno de cada 12 niños en este grupo de edad padecía obesidad en el 2012. Entre la los niños de afroamericanos la taza era de uno en nuevo y para los niños hispanos de uno en cada seis.

Los investigadores han dado la bienvenida a esta disminución, pero también alertan que solamente el tiempo podrá decir si este progreso será duradero.

“Estas son buenas noticias, pero soy cuidadosa”, señala Ruth Loos, profesora de medicina preventiva en la Escuela Icahn de Medicina del Hospital Monte Sinai, en Nueva York. “La pintura será más clara cuando tengamos a nuestra disposición algunos años más de información”, señala.

Sin embargo, agregó, estos niños “podrían representar la cresta de una nueva ola”, en la cual los cambios de hábitos y del entorno durante varios años finalmente están haciendo efecto. Apuna que a las personas que hoy tienen 6o años de edad les tocó el inicio de lo que ella llama una “ola de obesidad”, la cual se extendió hasta la siguiente generación.

“Una vez que la epidemia de la obesidad emergió en la década de 1980, nos tomó un tiempo darnos cuenta de que algo malo estaba sucediendo”, señala la doctora Loos. “Hemos estado tratando de educar a los padres y a las familias sobre estilos de vida saludables, y probablemente esto está finalmente surtiendo efecto”.

Tom Baranowski, profesor de Pediatría en el Colegio de Medicina de Baylor, comenta que no existía información suficiente para determinar si la disminución se extendería a niños mayores. Desde 2003, el índice para los niños y jóvenes en general (de 2 a 19 años) se ha mantenido sin cambios, señala la doctora Ogden.

Pero probablemente el grupo de edad más significativo sea el de los 2 a los 5 años, ya que es en estos años que la obesidad -y todos los riesgos de enfermedades que con ella vienen- se establecen y posteriormente es muy difícil combatirla, explica el doctor Jeffrey P. Koplan, profesor de Medicina y Salud Pública en la Universidad Emory de Atlanta.

“Hay que decir que probablemente está sucediendo un progreso real, en un momento en el que puede tener un gran impacto”, apunta Koplan. El profesor cree que esta disminución es real, ya que los datos son consistentes con varios estudios que han detectado patrones de disminución de las tazas de obesidad entre niños pequeños, incluyendo el realizado por investigadores en Massachusetts y uno de mayor escala realizado por el Centro de Control de Enfermedades entre niños provenientes de familias de bajos ingresos.

“El peso de la evidencia cada vez es más marcado”, señaló. Sin embargo, destacó que se trata apenas de un grupo de edad que representa una “pequeña rebanada” de la sociedad estadounidense: “una golondrina no hace verano”, remató.

Vía: New York Times