El juego es una parte fundamental del desarrollo de un niño, ya que le permite desarrollar habilidades motoras finas y gruesas, habilidades sociales, habilidades de comunicación, lenguaje, pensamiento y habilidades para resolver problemas.

En los niños con autismo, el juego puede ser muy limitado. Por ejemplo, un niño puede querer jugar solo, participar en juegos repetitivos como alinear juguetes o pasar de ellos del punto A al punto B y luego regresar, o jugar con lo mismo una y otra vez. Los niños pueden aprender habilidades de juego con orientación y estructurando el juego.

Recordemos que los trastornos del espectro autista (TEA) afectan tanto las habilidades sociales como las de comunicación. Asimismo, existen problemas con la imaginación, por lo que el hecho de no saber fingir puede llevar a acciones repetitivas que sólo tienen significado para el niño con autismo.

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Debido a tales dificultades, el desarrollo de las siguientes habilidades clave de juego puede verse afectado:

  • Copiar acciones simples
  • Explorar el medio ambiente
  • Compartir objetos y atención con otros
  • Responder a los demás
  • Escoger turnos

Los niños pequeños con TEA tienden a evitar compartir espacio porque les resulta incómodo. Por ello, es importante que los padres comprendan que el juego conjunto puede provocar sentimientos de ansiedad, y que no deben tomarse la evitación como algo personal. Si este es tu caso, intenta comenzar compartiendo espacio, aunque sea por unos segundos, para demostrar que puede ser divertido.

También intenta tomar algunas notas informales cuando observes a tu hijo. Registra cuándo es más accesible y receptivo: tal vez lo hace durante un baño, cuando canta o se relaja en la cama, cuando come algo que le encanta o cuando realiza alguna actividad física. Estos son los momentos para demostrar que la comunicación significa algo.

 

Fuente: Autism Awareness Centre Inc.