Diagnosticar los trastornos del espectro autista (TEA) suele ser complicado debido a que no existen pruebas médicas como tal, dígase un análisis de sangre, para diagnosticarlos. No obstante, para descartar la presencia de alguno de ellos, los médicos (además de observar el comportamiento y el desarrollo del niño) pueden realizar un par de pruebas capaces de detectar la presencia (o ausencia) de síntomas que denoten autismo.

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En ocasiones, los TEA pueden detectarse a los 18 meses de edad o incluso antes. A los 2 años de edad, el diagnóstico concretado por un profesional calificado puede considerarse muy confiable. Pese a lo anterior, muchos niños no reciben un diagnóstico final hasta que son mucho mayores, evitando que éstos obtengan la ayuda que necesitan.

Por lo anterior, hay dos pruebas médicas que se utilizan para descartar (o confirmar) que tu hijo padezca TEA:

1) Potenciales evocados auditivos de tronco cerebral (PEATC)

Para descartar la presencia de problemas de audición y que, por ello, el niño no responda a su nombre ni a los estímulos sonoros.

Se entiende por potencial evocado auditivo la respuesta neuroeléctrica del sistema auditivo (desde el nervio auditivo hasta el tubérculo cuadrigémino inferior, ubicado en el tronco cerebral) ante un estímulo sonoro. El estudio de estos potenciales evocados es de gran interés clínico ya que permite diagnosticar —mediante la comparación de las respuestas consideradas normales— diversas patologías o disfunciones del aparato auditivo y las vías nerviosas.

Durante la prueba, se aplica un estímulo sonoro colocando unos auriculares de inserción con puntas desechables, adaptados a la edad del menor y al tamaño de su conducto auditivo. El estímulo utilizado es el llamado «click» —sonido muy breve con un espectro de frecuencias muy amplio—. Esto permite explorar el espectro frecuencial de 2000 a 4000 Hz (frecuencias de las que se componen la mayoría de los sonidos lingüísticos).

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Los potenciales que se producen en respuesta a dicho estímulo se registran mediante electrodos autoadhesivos desechables, de tamaño adecuado a la edad del niño. Los potenciales poseen ondas características bien definidas; de ellas, las registradas durante los primeros 10 milisegundos después del estímulo son las que se conocen como potenciales evocados auditivos de latencia corta o potenciales evocados auditivos de tronco cerebral (PEATC). Los médicos suelen considerar las cinco primeras ondas (I, II, III, IV y V) que son constantes en todos los menores normales, y reflejan la función del nervio auditivo y de la vía auditiva a lo largo del tronco cerebral.

2) Monitorización con Video-Electroencefalografía (VEEG)

Permite descartar posibles episodios epilépticos como primer síntoma del TEA.

Esta prueba auxilia en el diagnóstico de la epilepsia; facilita informaciones valiosas con relación a la clasificación de los tipos de crisis y síndromes epilépticos y la localización de la zona epileptógena. Consiste en un registro continuo, simultáneo y sincrónico de los síntomas y la conducta del paciente mediante video, y de la actividad eléctrica cerebral mediante un electroencefalograma (EEG).

Por último, es importante mencionar los médicos que pueden hacer este tipo de evaluaciones, e incluyen los siguientes:

  • Pediatras del desarrollo (médicos que tienen una capacitación especial en el desarrollo de los niños y en los niños con necesidades especiales).
  • Neurólogos pediatras (médicos que tratan el cerebro, la columna vertebral y los nervios).
  • Psiquiatras para niños (médicos que saben sobre la mente humana).
  • Otorrinolaringólogos pediátricos (médicos que estudian las enfermedades del oído).

 

Vía: CDC, RL Otorrinolaringología, El Español, neurologia.com, Science Direct