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De acuerdo con un nuevo estudio publicado en la revista Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes, realizar solo pequeñas cantidades de ejercicio puede beneficiar a las personas que tienen desfibriladores cardíacos implantados.

Un desfibrilador cardioversor implantable (DCI) es un dispositivo que funciona con baterías y se coloca debajo de la piel para detectar ritmos cardíacos anormales. Asimismo, administra una descarga eléctrica para restaurar los latidos cardíacos normales.

El nuevo trabajo encontró que incluso un ligero aumento en la actividad física reducía el riesgo de hospitalización y muerte prematura después de que los pacientes recibieron un DCI. Y esto fue cierto incluso si el beneficio del acondicionamiento físico no provenía de un programa de rehabilitación formal, mostraron los resultados.

«Los programas de rehabilitación cardíaca ofrecen a los pacientes un entorno seguro para aumentar la actividad física después de la implantación del DCI», señaló el doctor Brett Atwater, director de electrofisiología del Instituto Vascular y Cardíaco Inova en Fairfax, Virginia, y autor del estudio.

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«La evidencia también ha demostrado que la rehabilitación cardíaca reduce el riesgo de hospitalización adicional y muerte, pero los programas de rehabilitación cardíaca están subutilizados, especialmente entre las mujeres, los adultos mayores, las personas de diversos grupos raciales y étnicos y los que viven en áreas rurales», agregó el experto.

Atwater y su equipo examinaron datos de casi 42,000 pacientes (edad promedio de 75 años) del programa federal de seguro médico para personas de la tercera edad de Estados Unidos, conocido como Medicare, quienes recibieron un DCI entre 2014 y 2016.

De ellos, el 3% participó en un programa de rehabilitación cardíaca. Durante la rehabilitación, su actividad física aumentó en casi 10 minutos al día, en comparación con la disminución de un minuto al día entre los pacientes que no estaban en rehabilitación.

Aquellos en un programa de rehabilitación tuvieron un 24% menos probabilidades de morir dentro de los tres años posteriores a recibir su desfibrilador, en comparación con los pacientes que no estaban en rehabilitación.

El trabajo también relacionó cada 10 minutos de aumento de la actividad diaria con una reducción del 1.1% en las muertes por todas las causas durante ese lapso de tiempo, ya sea que los pacientes estuvieran en un programa de rehabilitación formal o no.

«Nuestro estudio examinó si la actividad física fuera de un programa formal de rehabilitación cardíaca podría producir beneficios similares, y descubrimos que sí. Esto sugiere que tener opciones adicionales, como la rehabilitación cardíaca en el hogar, ayudaría a más pacientes a darse cuenta de los beneficios para la salud de una mayor actividad física», enfatizó Atwater.

 

Fuente: Health Day News