Durante los últimos años se ha hecho común el conteo de calorías como la forma más popular de bajar de peso. De hecho, la mayoría de dietas consiste en recetas estándar que se centran básicamente en la cantidad de calorías que se consumen.

No obstante, esta estrategia es en realidad poco efectiva para bajar de peso, según encontró una reciente investigación estadounidense publicada en la Revista de la Asociación Médica Estadounidense (JAMA, por sus siglas en inglés).

De acuerdo con el estudio, lo que en verdad es efectivo para bajar de peso no es llevar un conteo de calorías sino reducir el consumo de azúcares añadidos, granos refinados y alimentos demasiado procesados, al tiempo que se aumenta el consumo de verduras y alimentos no procesados.

Es decir, procurar consumir alimentos más saludables es mucho mejor que preocuparse por contar las calorías o limitar el tamaño de las porciones, tanto para bajar de peso como para gozar de una adecuada salud integral.

Esta investigación sustenta la noción de que la calidad del régimen alimenticio, no la cantidad, es lo que contribuye a que la gente baje de peso y a que lo controle con mayor facilidad a largo plazo, indicó Dariush Mozaffarian, cardiólogo y decano de la Facultad Friedman de Ciencias y Políticas de la Nutrición en la Universidad Tufts, en Estados Unidos.

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Las personas deberían dejar de obsesionarse con cuántas calorías ingieren a diario y, en su lugar, evitar el consumo de alimentos procesados que se fabrican con almidones refinados y azúcar añadida (como las rosquillas, el pan blanco, la harina refinada, los bocadillos o bebidas azucaradas), destacó el experto.

Los resultados del estudio indican que, al cabo de un año de centrarse en la calidad de los alimentos, en lugar de las calorías, los participantes bajaron de peso de forma considerable, compartió Christopher D. Gardner, líder de la investigación y director de estudios nutricionales del Centro de Investigación para la Prevención de Stanford, en Estados Unidos.

Gardner expuso que algunos de los alimentos que se limitaron durante la investigación -además de las comidas procesadas- fueron las bebidas gaseosas, el jugo de frutas, los panqués, el arroz blanco y el pan blanco.

En su lugar, los participantes consumieron alimentos como arroz integral, cebada, avena, lentejas, carne magra, productos lácteos reducidos en grasa, quinoa, fruta fresca y legumbres. También eligieron alimentos nutritivos como aceite de oliva, salmón, aguacate, quesos sólidos, verduras, mantequilla de frutos secos, nueces y semillas.

“En realidad debemos enfocarnos en la dieta base, que consiste en consumir más verduras, más alimentos no procesados, menos azúcar añadida y menos granos refinados”, concluyó el especialista.

 

Vía: The New York Times