De acuerdo con la Clínica Cleveland, la cronofobia es un miedo extremo al tiempo o al paso del tiempo. Las personas con dicho trastorno de ansiedad experimentan una incomodidad o temor intensos cuando piensan en el paso del tiempo. Pueden estar preocupadas por su tiempo de vida o por envejecer. Asimismo, hay quienes se obsesionan con mirar el reloj o marcar los días en el calendario.

La cronofobia puede hacer que las personas tengan pensamientos acelerados o comportamientos obsesivos. En los casos más graves, puede propiciar ataques de pánico, aislamiento social y problemas con las relaciones. La psicoterapia puede ayudar a estas personas a controlar sus síntomas y a mejorar su calidad de vida.

No se sabe con exactitud cuántas personas llegan a desarrollar fobias específicas como la cronofobia, pero muchas pueden guardarse ese miedo para sí mismas o no reconocer que lo tienen. No obstante, se sabe que más o menos 1 de cada 10 adultos y 1 de cada 5 adolescentes enfrentarán un trastorno de fobia específico en algún momento de sus vidas.

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Los médicos creen que la cronofobia y otras como ella son el resultado de una combinación de factores ambientales y genéticos. Estar en la cárcel, tener una enfermedad terminal o sobrevivir a un evento traumático pueden conducir a la cronofobia.

Con base en lo anterior, una persona es más propensas a tener cronofobia si:

  • Es adulto mayor o sufre alguna enfermedad crónica o terminal
  • Se encuentra en prisión
  • Tuvo una experiencia traumática
  • Tiene antecedentes de enfermedad mental

Momentos o celebraciones importantes como las vacaciones, los cumpleaños, las graduaciones y los aniversarios pueden desencadenar esta fobia; esto porque tales desencadenantes despiertan preocupaciones sobre:

  • No tener el control sobre el hecho de que el tiempo se les está pasando.
  • Su propia mortalidad. También pueden tener un miedo extremo a la muerte (tanatofobia).
  • Sentir que el tiempo es “inmenso” (muy grande) o abrumador.
  • La lentitud con la que se mueve o pasa el tiempo.

 

Fuente: Cleveland Clinic