Una nueva investigación publicada en la revista Dementia and Geriatric Cognitive Disorders muestra que la enfermedad de Alzheimer, además de robar lentamente a las personas que la padecen sus recuerdos e incluso su sentido de sí mismas, también las priva de una vida social saludable.

«Las relaciones sociales son una característica esencial de nuestra calidad de vida y pueden amortiguar el deterioro cognitivo», señaló Addam Reynolds, candidato a doctorado en la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Rutgers en New Brunswick, Nueva Jersey, y coautor del estudio.

«Debido a la falta de una cura para estas enfermedades, debemos centrarnos en las formas en que las personas pueden mantener o mejorar su calidad de vida después de recibir un diagnóstico de enfermedad de Alzheimer y demencias relacionadas», subrayó Reynolds.

Los investigadores analizaron datos de 2012, 2014 y 2016 del Estudio de Salud y Jubilación de Estados Unidos, el cual encuesta a adultos estadounidenses y a sus cónyuges de 51 años o más. De esta forma, compararon a los participantes que recibieron un diagnóstico de Alzheimer en 2014 con los que no.

Los resultados revelaron que dos años después de un diagnóstico de Alzheimer, los pacientes pasaban menos tiempo hablando por teléfono, tenían menos contacto cara a cara con los demás y asistían a menos eventos sociales y deportivos.

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Los investigadores también encontraron que el apoyo social no aumentó después del diagnóstico.

Los proveedores de atención médica y los formuladores de políticas deben estar conscientes de los impactos sociales negativos del diagnóstico de Alzheimer e identificar formas de reducirlos, de manera que puedan movilizar redes de apoyo después de un diagnóstico, señalaron los investigadores.

Puede ser especialmente importante promover el contacto informal cara a cara y por teléfono, que es más accesible que la socialización formal, sugirieron.

«La enfermedad de Alzheimer y las demencias relacionadas son una prioridad de salud pública que tiene un impacto significativo en las personas con estos padecimientos, en sus familias y en la sociedad», enfatizó Takashi Amano, profesor asistente del Departamento de Trabajo Social de Rutgers y autor principal del estudio.

«En los últimos años, los profesionales de la salud han deseado diagnosticar antes a las personas debido a ciertos beneficios, como una mejor planificación de la atención a largo plazo y menos ansiedad. Aunque hay beneficios por recibir un diagnóstico temprano, las consecuencias negativas pueden incluir un mayor riesgo de suicidio».

Tan solo en Estados Unidos, más de 6 millones de personas fueron diagnosticadas con enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia relacionados en 2020.

 

Fuente: Health Day News