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Los niños que pasaron más tiempo en la naturaleza durante los confinamientos por la pandemia sufrieron menos problemas emocionales y de comportamiento, así lo afirman investigadores británicos mediante un estudio publicado en la revista People and Nature.

Los expertos también descubrieron que los niños de familias más ricas tendían a aumentar su conexión con la naturaleza durante la pandemia, en comparación con los de familias más pobres.

El nuevo estudio incluyó a 376 familias en Reino Unido que tenían hijos de 3 a 7 años y participaron en una encuesta en línea entre abril y julio de 2020.

Más de la mitad de las familias dijeron que la interacción de sus hijos con la naturaleza aumentó durante el primer confinamiento, mientras que el resto dijo que la conexión de sus hijos con la naturaleza se mantuvo igual o disminuyó.

Un tercio de los niños cuyos vínculos con la naturaleza disminuyeron tuvieron un aumento en los comportamientos negativos o en la tristeza y la ansiedad, reveló el estudio.

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«Sabemos que el acceso y el compromiso con la naturaleza se asocia con amplios beneficios en niños y adultos, incluyendo la reducción de los niveles de ansiedad y depresión, así como del estrés», señaló Samantha Friedman, primera autora del trabajo e investigadora del Centro de Investigación Familiar en la Universidad de Cambridge.

«Los confinamientos por COVID-19 llevaron a que los niños dejaran de tener sus actividades escolares, rutinas e interacciones sociales normales. La eliminación de estas barreras nos dio un contexto novedoso para ver cómo los cambios en la conexión con la naturaleza afectaban la salud mental», explicó la especialista.

«La conexión con la naturaleza puede haber ayudado a proteger a algunos niños contra los efectos del encierro, pero descubrimos que los niños de familias menos acomodadas mostraron menos probabilidades de haber aumentado su conexión con la naturaleza durante ese tiempo», agregó Friedman.

Los resultados muestran que la naturaleza puede fungir como un método de apoyo de bajo costo para la salud mental de los niños, que puede utilizarse en el hogar y en la escuela.

Esto se lograría al reducir el número de actividades extracurriculares estructuradas para los niños, lo que permitiría que los menores pasen más tiempo al aire libre; se tengan proyectos de jardinería en las escuelas; y se otorguen fondos a las instituciones educativas, particularmente en áreas desfavorecidas, de manera que puedan implementarse programas de aprendizaje basados ​​en la naturaleza, enfatizaron los investigadores.

 

Fuente: Health Day News