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La mala salud mental después de un infarto puede aumentar el riesgo de que los adultos jóvenes y de mediana edad tengan otro ataque cardíaco o la muerte unos años más tarde, así lo indica un nuevo estudio preliminar que será presentado el 16 de mayo durante la reunión anual virtual del American College of Cardiology (ACC).

El trabajo incluyó a 283 sobrevivientes de un ataque cardíaco de entre 18 y 61 años, con una edad promedio de 51, quienes completaron cuestionarios que evaluaban la depresión, la ansiedad, la ira, el estrés y el trastorno de estrés postraumático (TEPT) dentro de los seis meses posteriores al infarto.

Con base en esta información, los investigadores clasificaron a los participantes del estudio como personas con angustia mental leve, moderada o alta.

Dentro de los cinco años posteriores a su ataque cardíaco, 80 de los 283 pacientes sufrieron otro ataque cardíaco o un derrame cerebral, fueron hospitalizados por insuficiencia cardíaca o murieron por causas relacionadas con el corazón, mostraron los resultados.

Las tasas de esos resultados fueron del 47% para los pacientes con mucha angustia, en comparación con el 22% para aquellos con angustia leve, halló el estudio.

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«Nuestros hallazgos sugieren que los cardiólogos deben considerar el valor de las evaluaciones psicológicas regulares, especialmente entre los pacientes más jóvenes», subrayó la doctora Mariana García, miembro de cardiología de la Universidad Emory en Atlanta, y autora principal de la investigación.

«Lo que es igualmente importante, deben explorar modalidades de tratamiento para mejorar la angustia psicológica en pacientes jóvenes después de un ataque cardíaco, como meditación, técnicas de relajación y enfoques holísticos, además de la terapia médica tradicional y la rehabilitación cardíaca», agregó García.

Según los investigadores, el estudio es el primero en examinar cómo la salud mental afecta las perspectivas de los supervivientes más jóvenes de un ataque cardíaco.

Los resultados son similares a estudios previos que se centran en adultos mayores y se suman a la evidencia de que la salud mental es una parte crucial de la recuperación después de un ataque cardíaco.

Asimismo, los autores encontraron un posible vínculo entre el estrés, la inflamación y un mayor riesgo de ataque cardíaco, y también que los pacientes de infarto que mostraban mucha angustia generalmente eran negros, mujeres, pobres, propensos a fumar y a tener diabetes o presión arterial alta.

«Este trabajo destaca la importancia del estatus socioeconómico con respecto a una mayor angustia y plantea preguntas importantes sobre el papel de la raza, el sexo y otros factores», finalizó García.

 

Fuente: Health Day News