De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, es importante reconocer y tratar las enfermedades mentales de los niños desde el comienzo pues, una vez que la enfermedad mental se desarrolla, se vuelve una parte habitual de la conducta del menor. 

Desafortunadamente, no siempre es fácil saber si un niño tiene un problema serio. Las tensiones diarias pueden causar cambios en el comportamiento de los pequeños. Por ejemplo, la llegada de un nuevo hermano o asistir a una nueva escuela puede causar problemas pasajeros de comportamiento. 

Las señales de aviso de cuándo podría ser un problema serio incluyen:

  • Problemas en la escuela, en casa o con sus compañeros.
  • Cambios en el apetito.
  • Aislamiento social o miedo a cosas que antes no le causaban temor.
  • Volver a portarse como un niño pequeño —por ejemplo orinarse en la cama—.
  • Signos de hacerse daño a sí mismo.
  • Pensamientos repetitivos sobre la muerte.

¿Cuándo buscar ayuda de un profesional de la salud mental?

Considera buscar ayuda si el comportamiento de tu hijo persiste durante varias semanas, ocasiona angustia o interfiere con su desempeño en la escuela, en la casa o con sus amigos. Si el comportamiento de tu hijo es peligroso o si habla de querer hacerse daño a sí mismo o a otra persona, busca ayuda de inmediato.

Los niños pequeños pueden beneficiarse de una evaluación si:

  1. A menudo hablan acerca de sus temores o preocupaciones.
  2. Se quejan de dolores frecuentes de estómago o de cabeza.
  3. Están moviéndose constantemente y no pueden sentarse tranquilamente.
  4. Duermen demasiado o muy poco.
  5. Tienen problemas académicos o sus calificaciones han bajado recientemente.

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Si te preocupa la salud mental de tu hijo, comienza hablando con quienes interactúan con él frecuentemente. Por ejemplo, pregúntale a su maestro sobre su comportamiento en la escuela, en la guardería o en el patio de recreo.

Puedes hablar con el pediatra u otro proveedor de atención médica de tu hijo. Descríbele su comportamiento e infórmale lo que has observado y lo que has aprendido al hablar con otros sobre tu hijo.

 

Fuente: Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos