Las lesiones de cadera en los niños pueden ser difíciles de manejar, tanto para el menor que sufre la lesión como para los padres o cuidadores, así lo indica Michigan Medicine, en Estados Unidos.

Un niño que tiene una lesión en la cadera puede sentir dolor en dicha articulación, así como en la ingle, el muslo o la rodilla. Un niño con dolor puede cojear, o quizás no pueda o no quiera pararse, caminar o mover la cadera lesionada. En el caso de los bebés, estos experimentan llanto, inquietud y otros signos de dolor.

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Una lesión repentina (aguda) en la cadera puede ocurrir por una caída, por un golpe directo en la cadera o rodilla, o por una torsión o flexión anormal de la pierna. Las lesiones agudas incluyen:

  • Distensión muscular en la cadera, ingle o glúteos.
  • Moretones (contusión) de los músculos de la cadera (puntero de la cadera). Pueden producirse hematomas musculares profundos con otras lesiones en la cadera. También puede haber dolor al palpar la zona y espasmos musculares.
  • Cadera dislocada, fractura de cadera o fractura pélvica. Las dislocaciones y fracturas de la cadera y la pelvis no se observan con frecuencia en los niños, a menos que haya ocurrido una lesión grave (como un accidente automovilístico).
  • Fractura por avulsión. Esto ocurre cuando un tendón o ligamento se desgarra a la fuerza de un hueso y rompe un trozo del mismo.

RECUERDA: El tratamiento de una lesión de cadera depende de la ubicación, el tipo y la gravedad de la lesión, así como de la edad, la salud general y el nivel de actividad del niño. El tratamiento puede incluir medidas de primeros auxilios; aplicación de un aparato ortopédico, yeso, arnés o tracción; terapia física; medicamentos; o cirugía.

Vigila los síntomas de tu hijo para decidir si deben ver a un médico y cuándo deben hacerlo.

 

Fuente: Michigan Medicine – University of Michigan Health