La anemia se define como tener un recuento, tamaño o función de los glóbulos rojos inferior a lo que se considera normal. No es un problema poco común y, generalmente, se puede tratar.
Existen muchas causas distintas que pueden desencadenar anemia. Usualmente, se desarrolla debido a una deficiencia en la producción de glóbulos rojos o a una pérdida excesiva de estas células.
Las causas más comunes son las deficiencias nutricionales, que pueden involucrar niveles bajos de vitamina B12, deficiencia de hierro o insuficiencia de proteínas.
Conoce más: 12 síntomas que indican anemia por deficiencia de hierro
Concretamente, las causas de la anemia incluyen las siguientes:
- Desnutrición debido a una dieta baja en vitamina B12, hierro o proteínas.
- Enfermedad gastrointestinal (GI) que conduce a una absorción deficiente de los nutrientes de la dieta.
- Sangrado rápido después de una lesión.
- Pérdida de sangre debido a una cirugía.
- Pérdida lenta y crónica de sangre debido a hemorragia gastrointestinal, enfermedad de la vejiga o sangrado menstrual abundante.
- Trastornos congénitos (presentes al nacer) de los glóbulos rojos, como la anemia de células falciformes.
- Cáncer o quimioterapia.
- Enfermedad crónica del hígado o del riñón.
- Exposición al plomo, como por ejemplo al usar pintura con plomo o ingerir agua contaminada.
- Infecciones, como la malaria, una infección parasitaria que ocurre principalmente en ciertas regiones geográficas tropicales.
RECUERDA: Algunas de estas afecciones, como la pérdida de sangre debido a un traumatismo, provocan anemia repentina y grave. Por ejemplo, algunos tipos de cáncer, como el cáncer de páncreas, pueden empeorar rápidamente y provocar una aparición abrupta de anemia. En contraste, la toxicidad por plomo o la enfermedad hepática pueden progresar lentamente, provocando una progresión gradual de la anemia.
Fuente: Very Well Health