Muchos medicamentos pueden afectar la función renal y causar daño en tus riñones. Y si estos importantes órganos en forma de frijol no funcionan bien, los medicamentos pueden acumularse en tu cuerpo, así lo advierte el Sistema de Salud de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos.

Si tienes una enfermedad renal crónica, tu médico podría recomendarte que continúes tomando un medicamento, pero puede cambiar la cantidad (dosis) que tomas. También puede recetarte un medicamento diferente. No dejes de tomar ningún medicamento recetado sin antes hablar con tu médico.

También es importante que hables con tu doctor sobre todos los productos herbales, de venta libre y recetados que estés tomando. Lee y sigue todas las instrucciones de la etiqueta.

Conoce más: Enfermedad renal, ¿aumenta el riesgo de demencia?

Algunos ejemplos de medicamentos comunes que debes evitar, ajustar o cambiar si tienes enfermedad renal son:

  • Analgésicos, que incluyen:
    • Medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE), como ibuprofeno y naproxeno. Los AINE pueden reducir el flujo de sangre hacia los riñones. Los AINE también se encuentran en medicamentos para la fiebre, los resfriados, la tos y los problemas para dormir.
    • El paracetamol y la aspirina pueden ser dañinos si se usan en exceso. Por lo general, son seguros en pequeñas cantidades.
  • Suplementos a base de hierbas, que pueden contener minerales como el potasio que son perjudiciales para las personas que padecen enfermedades renales. Muchas hierbas pueden interactuar con los medicamentos recetados. Siempre consulta con tu médico o farmacéutico antes de tomar productos a base de hierbas.
  • Medicamentos con estatinas (como atorvastatina, lovastatina y simvastatina) para el colesterol alto.
  • Medicamentos para la diabetes, que incluyen insulina y metformina.
  • Medicamentos para la acidez y el malestar estomacal, como leche de magnesia y tabletas efervescentes. Estos medicamentos pueden afectar tus electrolitos.
  • Medicamentos antimicrobianos, incluidos algunos antibióticos, así como antimicóticos y antivirales.

 

Fuente: University of Michigan Health