Una revisión reciente de una investigación publicada en la revista BMJ se ha sumado al debate sobre los méritos del desayuno. Durante mucho tiempo se ha considerado como «la comida más importante del día», y probablemente todavía lo sea para los niños en crecimiento, pero ¿qué pasa con los adultos que están tratando de perder peso?

La teoría ha sido que desayunar evita el rebote incluso si se come a deshoras en el día y en la noche. Pero la nueva revisión encontró que, para perder peso, desayunar tendía a ralentizar los resultados de la dieta e incluso podría llevar a consumir más calorías más tarde durante el día.

Retrasar la primera comida parece mantener al cuerpo en el modo de «quemar grasa» puesto en movimiento una vez que se deja de comer la noche anterior. Tener una brecha diaria de alimentos de 16 horas es lo que puede acelerar la pérdida de peso.

Esto contrasta los hallazgos de un estudio previo publicado en la revista Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics, el cual comparó a mujeres que comían el desayuno con aquellas que se lo saltaban. Todas tenían entre 18 y 45 años de edad.

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El trabajo encontró diferencias en la dieta y el estado de ánimo entre ambos grupos. Aunque todas comieron la misma cantidad de calorías, aquellas que desayunaban obtuvieron puntuaciones más altas en cuanto a la calidad de su dieta, pues consumían más granos integrales, frutas y nutrientes clave como folato, calcio y potasio. Las que no desayunaban comían más grasas saturadas y azúcar, especialmente en la noche, y estas calorías vacías se asociaron con niveles más altos de estrés durante el día que las que desayunaban.

¿Y cuál es la conclusión? La decisión de desayunar debe adaptarse a tus necesidades personales.

RECUERDA: El desayuno no tiene por qué ser complicado. Comienza con una proteína como requesón, yogur griego, huevos, salchicha de pollo o pavo con bajo contenido de grasa, o incluso con quinua. Agrega carbohidratos saludables (granos integrales, frutas y verduras) en lugar de pasteles para el desayuno. Reserva unos minutos para concentrarte en tu comida y disfrutarla.

Si tus mañanas son apresuradas, haz tostadas de grano entero con mantequilla de nueces, o déjalas listas la noche anterior preparando huevos duros o un lote de harina de avena que puedas recalentar por la mañana o enfriar con nueces y yogur. O compra tazas de yogur de una sola porción para consumirlas con una fruta entera, como un plátano o manzana, al salir por la puerta.

 

Vía: Health Day News