Todos llegamos a presentar problemas de memoria en algún momento de nuestra vida: no saber dónde dejamos las llaves, el control remoto, el celular, dinero, olvidar el nombre de alguna persona, un número telefónico o dirección, etc.

Todo lo anterior es común, muchas personas pierden y olvidan cosas varias veces al día. Sin embargo, ¿en qué momento una persona debe comenzar a preocuparse por sus problemas de memoria?

En el momento en que los olvidos comiencen a ser repetitivos y más notorios, destacó Andrew Budson, profesor de neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, en Estados Unidos.

De acuerdo con el experto, los olvidos no son algo exclusivo de los adultos mayores, pues “la memoria alcanza su punto máximo a los 20 años”. Por lo que incluso a los 40 o 30 años de edad nuestra memoria ya no es tan ‘buena’ como a los 20, detalló.

Esto explicaría por qué es menos complicado aprender un idioma o estudiar una carrera cuando somos más jóvenes.

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El experto explicó que, con la edad, se producen tres cambios en la memoria que se consideran parte del proceso natural de envejecimiento:

1 Las personas comienzan a necesitar que algunas veces se les repita algo varias veces para poder almacenarlo en la memoria.

2 Cuando intentamos recuperar un recuerdo, a medida que envejecemos, tardamos un poco más de tiempo en conseguirlo.

3 Algunas veces necesitamos una pista para poder recuperar un recuerdo.

Estos tres cambios en la calidad de nuestra memoria son completamente normales y pueden empezar a notarse desde los 40 o 50 años de edad, aseguró Budson.

Por el contrario, algo que no es común y cuya presencia sugiere que una persona debería buscar ayuda profesional -según el especialista- es cuando existen problemas de memoria incluso cuando se le repite la información o se le da tiempo a la persona para ‘buscarla’, o incluso se le da pistas, y aún así no logran recordar.

Budson recomienda a las personas pedir ayuda médica “cuando la gente tiende a repetirse, a hacer las mismas preguntas constantemente o a contar las mismas historias una y otra vez sin darse cuenta de que están repitiendo esa información. Así como cuando alguien pierde la capacidad de hacer algo que antes sí podía hacer, como manejar las cuentas bancarias, por ejemplo”.

 

Vía: BBC Salud