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Los productos lácteos son ricos en diversas vitaminas y nutrientes. También son una fuente natural de fósforo y potasio, así como una buena fuente de proteínas.

Por ejemplo, 1 taza (240 ml) de leche entera aporta 222 mg de fósforo y 349 mg de potasio.

Sin embargo, consumir demasiados productos lácteos, junto con otros alimentos ricos en fósforo, puede ser perjudicial para la salud ósea de las personas con enfermedad renal.

Esto puede parecerte sorprendente, ya que la leche y los productos lácteos a menudo se recomiendan para tener huesos fuertes y salud muscular.

No obstante, cuando los riñones están dañados, el consumo excesivo de fósforo puede provocar una acumulación de dicho mineral en la sangre, lo que a su vez puede extraer calcio de los huesos. Esto puede llevar a que los huesos se hagan delgados y se debiliten con el tiempo, lo que puede aumentar el riesgo de rotura o fractura de huesos.

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Los productos lácteos también son ricos en proteínas. Una taza (240 ml) de leche entera aporta alrededor de 8 gramos de proteína.

Por ello, para las personas con enfermedad renal, puede ser importante limitar la ingesta de lácteos para evitar la acumulación de desechos de proteínas en la sangre.

Las alternativas lácteas como la leche de arroz no enriquecida y la leche de almendras son mucho más bajas en potasio, fósforo y proteínas que la leche de vaca, lo que las convierte en un buen sustituto para la leche durante una dieta renal.

Si tienes más dudas sobre estos y otros productos que debes limitar durante una dieta para enfermedad renal, consulta a tu médico.

 

Vía: Healthline