Trastornos mentales niñosQue los niños muestren trastornos mentales o sociales desde edades tempranas ya no es ninguna novedad, lo que sí lo es, es que pocos de ellos reciben las terapias no farmacológicas que necesitan para tener un crecimiento saludable. Así lo detalló un reciente informe estadounidense.

En la actualidad, 1 de cada 10 menores de 5 años sufre de algún trastorno del estado de ánimo, de conducta y/o social, según la Academia Americana de Pediatría. De los cuales, muy pocos reciben la ayuda de terapias sin uso de medicamentos, informaron un destacado grupo de pediatras de Estados Unidos.

No queremos que los niños se queden sin tratamiento porque se trata de trastornos reales que ameritan un tratamiento, y su sufrimiento es real. Las necesidades de salud mental de los niños pequeños se han pasado por alto durante mucho tiempo”, apunta la doctora Mary Margaret Gleason, profesora asociada de psiquiatría y ciencias de la conducta en la Facultad de Medicina de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans.

De acuerdo con la doctora Gleason, autora principal del informe, “lo que realmente nos gustaría que pensaran los padres es: ‘¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a que esté lo más sano posible?’, del mismo modo en que lo haríamos si tuvieran problemas para respirar”, haciendo referencia a que los padres normalmente se preocupan menos por problemas mentales que por problemas físicos en sus pequeños.

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Los médicos, apuntó, pueden distinguir los trastornos mentales de las emociones y conductas típicas de un niño que está creciendo al evaluar los signos y los síntomas, los antecedentes familiares y el nivel de discapacidad.

De esta manera, un menor podría tener dificultades -explicó- con su vinculación afectiva con alguno de los padres o cuidadores, presentar problemas de sueño o de apetito. Algunos podrían realizar conductas perturbadoras o sufrir un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). A otros se les podría diagnosticar un trastorno de estrés postraumático, ejemplificó el informe.

Estas adversidades a tempranas edades, expuso, afectan a la seguridad física de los niños, a su preparación escolar y a su capacidad para interactuar con sus iguales. Efectos que pueden persistir en la edad adulta, indicó.

Gleason y su equipo recomiendan a los padres prestar atención a los comportamientos de sus hijos pequeños, así como a las observaciones que hagan sus pediatras y profesores pues, señalaron, son los primeros que normalmente observan comportamientos atípicos en los niños.

 

Vía: Health Library