Varias sustancias químicas comunes pueden dañar el sistema inmunológico y hacer que funcione inadecuadamente. A esto se le conoce como inmunotoxicidad, y sus efectos nocivos pueden ser temporales o permanentes.

Los posibles efectos inmunotóxicos incluyen:

  • Hipersensibilidad.
  • Inflamación crónica.
  • Inmunosupresión o un deterioro de la capacidad del cuerpo para combatir infecciones.
  • Inmunoestimulación, que puede causar daño en los tejidos a través de respuestas inmunes exageradas.
  • Autoinmunidad, que es la respuesta inmune de un organismo contra sus propias células y tejidos sanos.

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En particular, si una sustancia inmunotóxica hace que el cuerpo produzca menos anticuerpos, esta puede tener un efecto en la lucha contra infecciones activas, así como en la protección contra futuras infecciones.

Cabe mencionar que las alergias son otra forma de inmunotoxicidad y se sabe que, en determinadas personas, diversos productos químicos provocan reacciones alérgicas. Por lo anterior, agencias como la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) actualmente requieren pruebas de inmunotoxicidad para aditivos alimentarios, pues algunos como los colorantes son más propensos a provocar reacciones alérgicas. Sin embargo, la mayoría de dichos aditivos recibieron aprobación hace décadas y las agencias no exigen pruebas actualizadas sobre cualquier aditivo aprobado previamente.

Ante ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) pide a las personas que tienen alergias o que son sensibles a determinados aditivos alimentarios que lean atentamente el etiquetado de estos, a los cuales se les asignan los denominados «números E» en las etiquetas de los productos; esto con la finalidad de que eviten cualquier tipo de inmunotoxicidad. (Puedes consultar la tabla de números E en este enlace).

Si tienes más dudas sobre la inmunotoxicidad y sus efectos, consulta a tu médico.

 

Vía: Medical News Today / OMS