El reflujo no es un problema que afecte únicamente a los adultos, los pequeños del hogar también pueden experimentarlo. En la mayoría de los casos, los médicos diagnostican el reflujo revisando los síntomas y la historia clínica del menor. 

La principal recomendación para combatir este problema es realizar cambios en el estilo de vida. Si esto no mejora la salud del niño, existe la opción de recurrir a medicamentos.

En algunos casos, el especialista recomienda realizar una prueba para detectar si el pequeño tiene enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), un tipo de reflujo más grave y duradero. 

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Diagnóstico

Los médicos solicitan más de una prueba para obtener un diagnóstico. Las pruebas comunes incluyen:

  • Serie gastrointestinal superior: Examina la forma del tracto gastrointestinal superior. El niño bebe un líquido de contraste llamado bario. Para los niños pequeños, el bario se mezcla en un biberón con otro alimento. El profesional de la salud tomará varias radiografías para rastrear el bario por el esófago y el estómago.
  • Monitorización de pH esofágico: Mide la cantidad de ácido o líquido en el esófago del niño. Un médico coloca un tubo delgado flexible en el estómago a través de la nariz del pequeño. El final del tubo en el esófago mide cuándo y cuánto ácido vuelve a subir al esófago. El otro extremo del tubo se conecta a un monitor que registra las mediciones. 
  • Endoscopia gastrointestinal superior y biopsia: Utiliza un endoscopio —un tubo largo y flexible con una cámara—.  El médico recorre el esófago, el estómago y el comienzo del intestino delgado con el endoscopio. Mientras observa las imágenes, el médico también puede tomar muestras de tejido.

¿Cuándo visitar a un profesional de la salud?

Si detectas estos síntomas en tu pequeño, visita a un profesional de la salud.

  • Náusea y vómitos.
  • Problemas o dolor al tragar.
  • Acidez estomacal en medio del pecho. 
  • Mal aliento.
  • Problemas respiratorios.
  • Desgaste de los dientes.

Ante cualquier duda, consulta a un médico.

 

Fuente: Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos