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Las personas con síndrome del intestino irritable (SII) tuvieron síntomas más leves durante los confinamientos por COVID-19, posiblemente debido a niveles reducidos de estrés y a un mayor control sobre su dieta, así lo reveló una investigación argentina que fue presentada durante la reunión de profesionales de la salud y estudiantes denominada Semana de las Enfermedades Digestivas del Hospital de Clínicas José de San Martín, en Buenos Aires.

«Creemos que los resultados tienen algo que ver con la gente que se queda en casa», señaló el doctor Juan Pablo Stefanolo, especialista de la sección de Neurogastroenterología y Motilidad del citado hospital. «No estuvieron expuestos al estrés externo y en casa pudieron evitar los factores desencadenantes de los alimentos».

Los expertos utilizaron una encuesta en línea para reevaluar a 129 pacientes con SII en Argentina mientras estaban bajo confinamiento pandémico. Los datos prepandémicos de los pacientes fueron recopilados en un proyecto de investigación previo.

Argentina tuvo uno de los confinamientos más largos del mundo. El número de pacientes que reportaron SII grave se redujo de 65 antes de que comenzara la pandemia a 39.

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En una escala de 500 puntos utilizada para medir la gravedad del SII, el promedio cayó de 278 a 212 durante el encierro. Asimismo, los síntomas del SII como dolor, distensión, consistencia de las heces, ansiedad, fibromialgia y fatiga crónica mejoraron considerablemente, encontró el estudio.

Pero tres síntomas no relacionados con el síndrome del intestino irritable (dolor de cabeza, acidez de estómago y vómitos) aumentaron durante el confinamiento. Eso probablemente se debió a que casi el 60% de los pacientes dijeron haber aumentado de peso, indicaron los autores.

Los resultados sorprendieron a los investigadores, que esperaban que a los pacientes les fuera peor debido a la presión y el estrés del COVID-19.

«Nuestros resultados refuerzan el concepto de que el SII, o los trastornos gastrointestinales funcionales, tienen una conexión con los factores psicosociales, así como con la alimentación y otros factores», subrayó Stefanolo. «El eje intestino-cerebro tiene muchas facetas».

Las personas con trastornos gastrointestinales funcionales presentan síntomas pese a no tener anomalías físicas o bioquímicas. La conexión intestino-cerebro se refiere al papel del estrés y la salud mental en el desencadenamiento de síntomas relacionados con el intestino.

 

Fuente: Health Day News