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nalgadasMamás y papás, seguramente ya saben que si usan castigos físicos con sus niños existen más posibilidades de que éstos los desafíen (sí, a ustedes padres) y experimenten un mayor comportamiento antisocial, agresividad, problemas de salud mental y dificultades cognitivas. Y si aún no nos creen, esto lo ha corroborado un estudio realizado por especialistas de la Universidad de Texas en Austin y de la Universidad de Michigan, el cual analizó cinco décadas de investigaciones donde se evaluó el comportamiento de más de 160 mil niños.

Publicado este mes en la revista Journal of Family Psychology, el trabajo constituye el más completo análisis de los efectos que tienen las famosas “nalgadas” y los azotes en los menores.

“Nuestro análisis se centra en lo que la mayoría de los estadounidenses reconocería como nalgadas y no en comportamientos potencialmente abusivos», declaró Elizabeth Gershoff, profesora asociada de ciencias de la familia y de desarrollo humano en la Universidad de Texas en Austin.

Los resultados de esta investigación detallan que las nalgadas están asociadas con resultados perjudiciales no deseados, y no con lograr una mayor obediencia o cumplimiento inmediato o de largo plazo, que son los resultados esperados por los padres cuando disciplinan a sus hijos.

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Gershoff y el coautor del estudio, Andrew Grogan Kaylor, profesor asociado de la Escuela de Trabajo Social en la Universidad de Michigan, hallaron que los azotes o nalgadas, definidos como golpe con la mano abierta en el trasero o extremidades, se asociaban con 13 de 17 resultados examinados, principalmente perjudiciales.

«La conclusión del estudio es que los azotes aumentan la probabilidad de una amplia variedad de resultados no deseados para los niños. Las nalgadas, por lo tanto, producen lo contrario de lo que los padres por lo general desean que hagan”, afirmó Grogan Kaylor.

Gershoff y Grogan analizaron ciertos efectos a largo plazo entre los adultos que recibieron nalgadas o azotes cuando eran pequeños, encontrando que cuanto más «tundas» recibieron, fueron más propensos a desarrollar un comportamiento antisocial y a experimentar problemas de salud mental.

Además, fueron más propensos a apoyar el castigo físico para sus propios hijos, poniendo de manifiesto una de las principales maneras en las que las actitudes hacia el castigo físico se transmiten de generación en generación.

Los expertos también revisaron una gama extensa de estudios, y concluyeron que los azotes se asociaban recurrentemente con resultados negativos en todos los tipos de estudios, incluidos los que aprovecharon las metodologías más estrictas.

En todo el mundo, hasta un 80 por ciento de los padres propician de vez en cuando alguna nalgada a sus hijos, según lo reportó el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en 2014.

Gershoff subrayó que esta persistencia a las nalgadas ocurre pese al hecho de que no hay evidencia clara de los efectos positivos de los azotes. En cambio, existe mucha evidencia que demuestra un aumento en el riesgo de daño para el comportamiento y desarrollo de los niños.

 

Vía: Notimex