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Las células normales se multiplican y desaparecen cuando el cuerpo lo requiere. Cuando el material genético de una célula cambia, todo se transforma: las células crecen fuera de control, se dividen demasiado rápido y no mueren de forma normal. En este momento acontece el cáncer.

Si bien existen muchos tipos de cáncer en los que interviene la genética, el estilo de vida tiene mucho que ver con su aparición. Es decir, los hábitos saludables son clave para prevenirlo. Con esto nos referimos al abandono de sustancias nocivas para la salud, la actividad física diaria y la alimentación equilibrada.

¿Qué pasa cuándo a pesar de esto se desarrolla el cáncer? Los hábitos saludables deben continuar. Se ha comprobado que el ejercicio es fundamental durante el tratamiento; en cuanto a la dieta, existen muchas propuestas. Una de ellas es seguir el régimen cetogénico, basado en la restricción o eliminación de carbohidratos, así como en la elevada ingesta de grasas —saludables—.

Esta dieta se ha vuelto famosa por su eficacia para perder peso. Aunque se recomienda acompañarla de supervisión médica, ha provocado gran controversia, debido a las restricciones que engloba. Recordemos que el cuerpo necesita de todos los macronutrientes —carbohidratos, proteínas y grasas— para funcionar correctamente.

Aún así, un estudio publicado en Nature, realizado por expertos del Centro Médico Weill Cornell de Nueva York, indica que la dieta cetogénica puede mejorar la efectividad de los medicamentos contra el cáncer, siempre y cuando se combine con determinados tratamientos.

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Riesgos

Es importante considerar que la dieta cetogénica sin fármacos tiene diferentes efectos. En este sentido, los cambios dietéticos podrían ser insuficientes para provocar las respuestas deseadas. Además, la dieta cetogénica contiene mucha grasa, cantidades bajas de proteína y muy poco carbohidrato, es decir, no es balanceada. 

Antes de cambiar tu alimentación, es esencial contar con la aprobación de tu médico. Considera que tanto las dietas, como los medicamentos, funcionan de forma distinta en cada persona.

 

Vía: ABC Salud