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Las grasas trans son grasas artificiales extremadamente dañinas. Se crean agregando hidrógeno a los ácidos grasos insaturados para hacerlos más estables.

Estas se encuentran en las margarinas, la mantequilla de cacahuate, los productos para untar, las cremas y las comidas congeladas. Además, los fabricantes de alimentos suelen agregarlas a las galletas saladas, muffins y otros productos horneados para ayudar a prolongar su vida útil.

Aunque las grasas trans no elevan directamente los niveles de azúcar en sangre, sí se han relacionado con una mayor inflamación, resistencia a la insulina y grasa abdominal, así como con niveles más bajos de colesterol HDL (bueno) y deterioro de la función arterial.

Aunque se requiere más investigación para comprender más a fondo la relación entre las grasas trans y la resistencia a la insulina, los vínculos mencionados anteriormente son especialmente preocupantes para las personas con diabetes, debido a que tienen un mayor riesgo de enfermedad cardíaca.

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Las grasas trans artificiales han sido prohibidas en la mayoría de los países, y en 2018, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) prohibió el uso de aceite parcialmente hidrogenado (la principal fuente de grasas trans artificiales en el suministro de alimentos) en la mayoría de los alimentos procesados.

Esto no significa que todos los alimentos ahora estén libres de grasas trans artificiales. Los fabricantes no están obligados a enumerar las grasas trans en las etiquetas de información nutricional si un producto contiene menos de 0.5 gramos por porción de dichas grasas.

Por ello y con base en la información anterior, es mejor evitar cualquier producto que contenga las palabras «parcialmente hidrogenado» en su lista de ingredientes.

 

Fuente: Healthline