Los suplementos son vitaminas, minerales, hierbas, entre otros productos, en forma de pastillas, cápsulas, polvos, líquidos y barras energéticas. Si bien algunos suplementos pueden tener un papel importante en la salud —como el ácido fólico durante el embarazo—, es esencial tomarlos responsablemente.

Para tomar un suplemento con la mayor seguridad posible:

  1. Comunícale a tu médico los suplementos que consumes o deseas consumir.
  2. No tomes dosis más altas que las recomendadas en la etiqueta.
  3. Lee información confiable acerca del suplemento.

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¿Quiénes necesitan tomar suplementos?

Es probable que no necesites suplementos si eres un adulto sano que come una variedad de alimentos, incluidos frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, productos lácteos bajos en grasa, carnes magras y pescado.

Los suplementos pueden ser apropiados si:

  • Estás embarazada o tratando de quedar embarazada.
  • Tienes 50 años o más.
  • Tienes falta de apetito o problemas para obtener alimentos nutritivos.
  • Sigues una dieta que excluya grupos enteros de alimentos.
  • Tienes una afección médica que influye en la forma en que tu cuerpo digiere los nutrientes, como diarrea crónica, alergias alimentarias, intolerancia alimentaria o una enfermedad del hígado, la vesícula biliar, los intestinos o el páncreas.
  • Has tenido una cirugía del tracto digestivo que afecta la forma en que tu cuerpo digiere los nutrientes.

Recuerda que no es la intención que los suplementos reemplacen a los alimentos. Estos no pueden replicar todos los nutrientes y beneficios que los alimentos ofrecen.

Si no sabes si necesitas suplementos de vitaminas y minerales, habla con tu médico. Asegúrate de preguntar sobre la dosis, los efectos secundarios y las posibles interacciones con cualquier medicamento que tomes.

 

Fuente: Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos