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Cuando una persona experimenta estrés, su cuerpo prepara automáticamente sus músculos, corazón y otros órganos y funciones para brindar una respuesta de alta energía, ya sea de lucha o de huida.

Sin importar si la persona decide huir o quedarse a enfrentar la amenaza, su cuerpo reaccionará de ciertas maneras.

El cuerpo libera las hormonas epinefrina (adrenalina), norepinefrina y cortisol.

La epinefrina hace que el corazón trabaje más, lo que provoca un aumento de:

  • Ritmo cardíaco
  • Respiración
  • Presión arterial

El cortisol hace que el cuerpo libere glucosa y ácidos grasos en los músculos y la sangre para utilizarlos como energía.

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Los niveles de dicha hormona generalmente permanecerán altos hasta que la persona resuelva la situación estresante. No obstante, a veces los niveles de estrés no bajan o tardan en volver a sus niveles más bajos.

Tales factores pueden conducir a niveles más elevados de colesterol tanto a largo como a corto plazo.

A esto se suma que, cuando alguien se enfrenta al estrés, puede experimentar hemoconcentración. Esto hace que la sangre pierda líquido, llevando a que los componentes de la sangre, incluido el colesterol, aumenten su concentración. Esta también podría ser una manera en la que el estrés conduce a niveles más altos de colesterol a corto plazo.

Una posible explicación para ello sería que, a medida que aumenta la presión arterial, el líquido pasa de los vasos sanguíneos a los espacios intersticiales que los rodean.

 

Fuente: Medical News Today