La nueva normalidad ha sido complicada para muchas personas, especialmente para los pequeños del hogar. El encierro puede generar cierto estrés y ansiedad, por lo que es importante comunicarse con ellos para identificar los sentimientos negativos y, así, brindarles el apoyo necesario.

Para fomentar la comunicación de manera sincera, expertos de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) señalan las siguientes pautas.

  1. Observar si el niño acostumbra a decir la verdad y reforzar cada ocasión con aprobaciones. Cuando comprueben que falta a la verdad, procurar averiguar qué lo motiva a hacerlo, intentando corregirlo.
  2. Brindar un clima afectivo, de seguridad, aceptación y confianza donde el niño puede ser él mismo sin miedo a ser rechazado por no cumplir las expectativas de los padres.
  3. Añadir el razonamiento cuando se exija sinceridad. Aunque no haya adquirido una conciencia moral, está sentando las bases para lograrlo.
  4. Evitar los juicios de valor personal, como llamarle mentiroso, especialmente en presencia de otras personas. Se trata de modificar un aspecto de su comportamiento, no de cambiarlo como persona.
  5. Evitar la presión tratando de hacerle sentir culpable. La culpa genera sentimientos negativos que interfieren en su equilibrio emocional.
  6. Responder con sinceridad a sus preguntas, sin evasivas, aunque estén relacionadas con temas que los padres desean evitar.

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“Los niños aún tienen dificultad para distinguir entre la realidad y su propia imaginación, por lo que los padres no deben recriminar al niño por una conducta no sincera cuando en realidad se trata de una confusión”, señalan desde la AMEI.

“La falta de sinceridad puede estar motivada por un nivel bajo de autoestima y falta de seguridad en sí mismo, pero también porque quiere conseguir algo que le interesa, obtener atención, intenta evitar un castigo o siente falta de afectos y se refugio en un mundo de ficción”, añaden.

Recuerda mantener una comunicación fluida y sincera en esta nueva normalidad y evita que los cambios provoquen ansiedad por el aislamiento social o trastornos psicológicos permanentes, incluida la depresión. 

 

Vía: 20 minutos.es