Los bebés que se someten a una cirugía de extracción de cataratas poseen un mayor riesgo de desarrollar glaucoma que amenaza la vista más adelante durante la infancia, así lo reveló un estudio reciente publicado en la revista JAMA Ophthalmology.

El glaucoma daña el nervio óptico, la conexión entre el ojo y el cerebro, y puede provocar pérdida de la visión.

Menos de 2,500 bebés nacen con cataratas (opacidad del cristalino del ojo) cada año en países como Estados Unidos. La cirugía se utiliza para quitar el cristalino afectado. Algunos bebés reciben un implante de lentes, mientras que otros no tienen lentes y usan lentes de contacto (para un ojo) o anteojos (para dos ojos), a fin de ayudarlos a enfocar correctamente.

Esta investigación a largo plazo incluyó a 110 niños que nacieron con una catarata en un ojo y se les extirpó cuando tenían entre 1 y 6 meses de edad. Fueron asignados al azar para recibir un implante de lente artificial o quedarse sin lente.

Diez años después de la cirugía de extracción de cataratas, los niños de ambos grupos mostraron un 22% de riesgo de glaucoma.

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«Los resultados desafían la idea de que reemplazar el lente del niño por uno implantado protege al menor de desarrollar glaucoma, una creencia entre algunos cirujanos oftalmológicos pediátricos«, destacó el doctor Scott Lambert, investigador principal del estudio y profesor de oftalmología en la Universidad de Stanford, en California.

Veinticinco ojos (24%) habían desarrollado glaucoma y 21 ojos (20%) tenían sospecha de glaucoma debido al aumento de la presión ocular.

No se conoce el riesgo de glaucoma de por vida para los pacientes a los que se les extirpan las cataratas cuando son bebés, pero este estudio descubrió que el riesgo aumentó del 9% al año, al 17% a los 5 años y al 22% a los 10 años.

«Nuestros resultados enfatizan la necesidad de una vigilancia a largo plazo del glaucoma entre los pacientes infantiles que recibieron cirugía de cataratas. También brindan cierta seguridad de que no es necesario colocar una lente intraocular al momento en que se realiza dicha cirugía», indicó el doctor Michael Chiang, director del Instituto Nacional del Ojo (NEI) de Estados Unidos.

«Cualquier niño al que se le haya extraído una catarata debe ser visto por un proveedor de atención oftalmológica una vez al año como mínimo», apuntó la doctora Sharon Freedman, autora principal del estudio y especialista pediátrica en glaucoma de la Universidad de Duke, en Durham, Carolina del Norte.

«Cualquier niño diagnosticado con glaucoma o presión intraocular por encima de lo normal sin signos de daño ocular, lo que llamamos sospechoso de glaucoma, debe ser monitoreado cada cuatro a seis meses, dependiendo de la estabilidad de la afección y la salud del ojo», agregó Freedman.

 

Vía: Health Day News