Las semillas de sésamo pueden resultar más familiares como aderezo para algunos panes horneados, bollos de hamburguesa y palitos de pan. Estas diminutas semillas en forma de lágrima tienen un sabor a nuez ligeramente dulce que se realza cuando se hornean o se tuestan ligeramente en una sartén. La mayoría son blanquecinas o tostadas, pero también puedes encontrar variedades negras, que son populares en la cocina asiática.

En cuanto a sus beneficios para la salud, las semillas de sésamo contienen antioxidantes como los lignanos, así como fitoesteroles, ambos compuestos vegetales que pueden tener efectos reductores del colesterol. También son una fuente decente de calcio y magnesio, dos minerales relacionados con un mejor control de la presión arterial y que están involucrados en una mejor salud ósea y en varios procesos químicos del cuerpo a nivel celular.

A esto se suma que son una buena fuente de fibra, de proteína vegetal y de vitaminas del complejo B.

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Al igual que otras semillas, las semillas de sésamo son ricas en grasas insaturadas saludables que no solo reducen el colesterol malo (LDL), sino que además elevan el colesterol bueno (HDL). Puedes utilizar aceite de sésamo de color claro sin tostar para cocinar y freír. El aceite de sésamo tostado, que es de color marrón oscuro, se usa mejor en aderezos o salsas o se puede rociar sobre vegetales, fideos u otros platos.

El tahini, que consiste en semillas de sésamo molidas en una pasta, es un ingrediente clave del hummus. También puedes mezclar dos partes de tahini con una parte de agua (más un poco de sal y ajo en polvo) para una salsa o aderezo fácil.

 

Vía: Harvard Medical School / Healthline