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Un descubrimiento reciente realizado por investigadores de la Universidad de Harvard y publicado en la revista Cell Host and Microbe, involucra a un grupo de bacterias intestinales que pueden descomponer el colesterol en los intestinos, lo que permitiría tratar afecciones cardíacas a partir de estos microbios. Desde principios de la década de 1900, los científicos sabían que las bacterias intestinales podían transformar el colesterol en un compuesto llamado coprostanol, pero no sabían qué especies eran las que lo hacían.

Por ello, para este nuevo estudio, los autores analizaron muestras de heces de 3,079 personas para caracterizar sus microbiomas intestinales. Después, secuenciaron casi seis millones de genes microbianos.

De esta forma, encontraron que las personas que tenían un gen llamado IsmA en su microbioma excretaban hasta un 75% menos de colesterol en las heces, en comparación con las personas que no portaban dicho gen bacteriano. La presencia de este gen (que produce enzimas que metabolizan el colesterol) también se relacionó con niveles más bajos de colesterol en la sangre de los participantes.

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Los resultados ayudarían a explicar por qué algunas personas pueden consumir más colesterol en sus dietas con un efecto relativamente pequeño en sus niveles de colesterol sanguíneo.

«Los hallazgos apoyan más el concepto de que modificar el microbioma podría tener un efecto terapéutico», señaló el doctor Stanley Shaw, cardiólogo del Brigham and Women’s Hospital, decano asociado de educación ejecutiva en la Escuela de Medicina de Harvard y coautor del estudio. No obstante, todavía faltan años para una terapia basada en microbiomas que permita tratar las enfermedades cardíacas, advirtió el experto.

En teoría, podría ayudar a introducir directamente las enzimas que metabolizan el colesterol en el intestino o aumentar las poblaciones de esas bacterias que reducen el colesterol a través de la dieta, los probióticos u otro método. (Los probióticos son bacterias beneficiosas que se encuentran en ciertos alimentos como el yogur, así como en los suplementos de venta libre). «Sin embargo, descubrir el mejor enfoque es todavía bastante misterioso, ya que no podemos predecir de manera confiable si las bacterias recién introducidas colonizan el intestino», finalizó Shaw.

 

Vía: Harvard Medical School